Tener un hijo afecta el tamaño del cerebro de padres y madres
En noviembre de 2008, en medio de una fiesta, Susana Carmona, que en ese entonces era una estudiante de posdoctorado en Neurociencias, tuvo una conversación que cambiaría el rumbo de su investigación. Una de sus compañeras mencionó su deseo de ser madre y, de repente, las tres se sumergieron en una charla sobre los cambios que ocurren en el cerebro durante el embarazo. En lugar de seguir con la fiesta, decidieron dirigirse al laboratorio de la Universidad Autónoma de Barcelona para explorar más sobre el tema.
Lo curioso fue que apenas encontraron estudios sobre el cerebro de las embarazadas; todo refería a investigaciones con roedores. Así que, al día siguiente, se reunieron con su jefe, Óscar Vilarroya, y le propusieron un estudio ambicioso: usar un resonador magnético para analizar la neuroanatomía de las mujeres antes y después de la maternidad.
Este proyecto, que enfrentó varios contratiempos a lo largo de los años y reunió a decenas de participantes, finalmente arrojó resultados en 2016 que fueron sorprendentes. Descubrieron que, en promedio, dos o tres meses después de dar a luz, muchas áreas de la corteza cerebral de las madres mostraban una reducción del 2% en su volumen comparado con el tiempo anterior al embarazo.
En 2022, Elsine Hoekzema, una de las investigadoras originales, validó con más datos que esos cambios cerebrales seguían funcionando de otra manera durante, al menos, un año después del parto. Hay que tener en cuenta que entre el 50% y el 80% de las mujeres embarazadas informan experimentar problemas de memoria y una especie de “neblina cerebral”. Aunque se conoce hace tiempo, la investigación en este ámbito sigue bastante verde.
El Embarazo
Los cambios que ocurren en el cuerpo de una madre durante el embarazo son significativos. No son solo físicos; también alteran la estructura cerebral para facilitar el desarrollo del bebé. A diferencia de los animales, en los seres humanos, estos cambios tienden a ser más sutiles y están acompañados de numerosas transformaciones sociales y ambientales.
Un buen ejemplo son los cambios hormonales que experimentan tanto las madres como los padres. Investigaciones han mostrado que los hombres también sufren alteraciones en su cerebro, buscando convertirse en protectores de su pareja e hijo. A menudo, estos cambios en los padres son menos pronunciados, pero están presentes.
Los Cambios
Hay muchas áreas en el cerebro que disminuyen su tamaño, desde el estrato ventral, que está relacionado con la recompensa, hasta el hipotálamo, vital para el control de comportamientos instintivos. También disminuye el hipocampo, que es fundamental para la memoria. Lo más significativo es que la corteza cerebral, que integra la información de otras áreas y nos distingue de otros animales, se reduce casi un 5% durante el embarazo.
Estos cambios parecen inducidos por las hormonas. Excepto por algunas variantes, tienden a revertirse rápidamente después del nacimiento. Lo interesante es que la forma en que se altera el cerebro está relacionado con la fortaleza del vínculo madre-hijo. Las mamás que muestran una mayor reducción en su materia gris suelen ser las que desarrollan un vínculo más fuerte con su recién nacido.
Es importante pensar que esta reducción no es un “déficit”, sino un refinamiento de las funciones cerebrales, un proceso que se llama “poda sináptica”. Durante la adolescencia, también ocurre una reducción similar, que está relacionada con adquirir más independencia.
Aunque alrededor del 17% de las madres primerizas experimentan depresión posparto, se ha observado que el cerebro de las mujeres que han sido madres parece tener, en promedio, una apariencia más joven en comparación con aquellas que no han tenido hijos.
El Padre
Es comprensible que las mujeres experimenten cambios cerebrales durante el embarazo, pero lo sorprendente es que los padres también sufren reducciones en el tamaño de ciertas áreas cerebrales. En un estudio con padres primerizos de España y Estados Unidos, se observó que el volumen de la corteza cerebral de aquellos que eran papás se reducía, especialmente en la parte posterior.
Al igual que las mujeres, los hombres que mostraron mayor disminución del volumen cerebral fueron aquellos más involucrados con sus bebés, lo que se correlaciona con un menor nivel de estrés parental y más tiempo dedicado a sus hijos. No obstante, esta reducción también está vinculada a problemas de sueño y ansiedad, aunque tiende a desaparecer a medida que los niños crecen.
Por ahora, no está claro el mecanismo que causa este fenómeno en los hombres, pero parece que todos estos cambios tienen un fin evolutivo: ayudar a que los seres humanos sean uno de los pocos mamíferos en los que los padres participan activamente en la crianza, lo que nos ha llevado a ser una especie exitosa.