Liderar en tiempos de crisis: ¿Qué hacemos con lo que no sabemos?
En la actualidad, no sabemos qué va a pasar mañana. La incertidumbre se ha convertido en un modo de existencia, afectando aspectos fundamentales de la vida cotidiana, desde el trabajo hasta la estabilidad financiera. En este contexto, los nuevos liderazgos enfrentan desafíos significativos. Liderar no es ofrecer respuestas cerradas, sino animarse a abrir preguntas potentes.
La crisis que atraviesa Argentina no es un fenómeno aislado; a nivel global, vivimos tiempos de creciente tensión e incertidumbre. Esto se refleja en la desconexión de los líderes tradicionales, que a menudo son percibidos como rígidos y desconectados de la realidad. El malestar social es palpable: marchas, paros y protestas evidencian un clima de descontento que también se siente en el silencio de muchas oficinas, donde las personas cumplen con su trabajo pero se preguntan si tiene sentido.

Cambio de paradigmas en el liderazgo
El escenario actual interpela a los líderes de las organizaciones. Según el Edelman Trust Barometer 2024, el 62% de las personas cree que los líderes empresariales están perdiendo contacto con la realidad social. Además, la Organización Mundial de la Salud ha reportado un aumento significativo en los trastornos de ansiedad relacionados con el trabajo desde 2019. Esto sugiere que los líderes deben adaptarse a una nueva forma de guiar.
En tiempos de inestabilidad, no se trata de proporcionar certezas, sino de abrir espacios de conversación que reconozcan las emociones de incertidumbre. Como señaló el filósofo Ludwig Wittgenstein, los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo. En este contexto, es crucial poder expresar el miedo, la frustración y la impotencia que sentimos ante un futuro incierto.
El liderazgo que necesitamos hoy
El liderazgo contemporáneo no debe ser el de quien lo sabe todo, sino el de quien se atreve a no saber y a preguntar. Se necesita un espacio donde las personas puedan decir estoy mal sin miedo a ser juzgadas. Los líderes deben reconocer que no pueden enfrentar la incertidumbre solos y, en lugar de prometer estabilidad, deben ofrecer presencia y apoyo emocional.
Ron Heifetz, académico de Harvard, distingue entre problemas técnicos, que tienen soluciones claras, y desafíos adaptativos, que requieren transformación. Lo que enfrentamos actualmente es claramente un desafío adaptativo: no hay manuales ni soluciones mágicas. Solo nos queda aprender juntos, y eso comienza por cambiar la forma en que conversamos.
Construyendo realidades a través del lenguaje
Desde la filosofía existencial, pensadores como Søren Kierkegaard y Jean-Paul Sartre nos recuerdan que el ser humano está condenado a elegir, incluso en medio de la incertidumbre. Aunque no podemos escapar del vacío que genera no saber, sí podemos elegir cómo responder. En el coaching ontológico, esa elección comienza en el lenguaje: cada conversación puede ser un acto de creación. El sentido no se descubre, se construye juntos.
La pregunta crucial en tiempos de crisis ya no es solo cómo nos sostenemos, sino qué mundos posibles estamos dispuestos a crear. El liderazgo actual no puede limitarse a contener la incertidumbre; se necesita líderes que diseñen futuros, habiliten nuevas conversaciones y fomenten la imaginación de lo que aún no existe.
En este sentido, liderar no es ofrecer respuestas cerradas, sino abrir preguntas potentes. No se trata de controlar el camino, sino de generar las condiciones para que otros puedan trazar su propio rumbo con autonomía y compromiso.
La incertidumbre no se resuelve, se habita. En esta experiencia compartida, los líderes deben elegir entre quedar atrapados en el miedo o convertirse en protagonistas del lenguaje que da forma al futuro. En lugar de preguntar ¿qué decisiones debe tomar un líder hoy?, quizás debamos comenzar con otra pregunta: ¿qué conversaciones están pendientes en tu equipo, en tu familia, en ti mismo?
Hoy, liderar no es mandar ni convencer. Es crear condiciones para que otros puedan expresarse y reconstruir su sentido en medio del caos. Porque aunque no sepamos qué va a pasar, al menos debemos saber que no estamos solos en este camino.