La psicología detrás de quienes se alegran del sufrimiento ajeno

Los psicólogos se dedican a analizar el comportamiento humano y, a veces, eso implica descubrir facetas algo oscuras de nuestra naturaleza. Una de esas facetas es el fenómeno llamado “Schadenfreude”, que describe la alegría que algunas personas sienten al ver desgracias ajenas. ¡Sí, así como lo escuchás!

Este tipo de sentimiento no es raro; de hecho, muchos lo experimentan al menos una vez en la vida. Según los expertos, puede ser tanto positivo como negativo, dependiendo del contexto. Normalmente, se manifiesta especialmente en situaciones donde hay una falta de afinidad con la persona que sufre.

¿Qué revela la investigación sobre este sentimiento?

Un estudio publicado en la European Review of Social Psychology indica que la intensidad de esta sensación puede aumentar en situaciones de comparación social. En esencia, si estamos evaluando nuestro propio estado frente a los demás, es posible que el sufrimiento ajeno, incluso de manera involuntaria, nos haga sentir un poco mejor con nosotros mismos.

Tipos de Schadenfreude

En la publicación New Ideas in Psychology, se identifican tres maneras principales en que se puede manifestar este sentimiento:

  1. Por agresión: Surge de un sentimiento de identidad social, donde se establece una distinción entre “ellos” y “nosotros”. En este tipo de situaciones, ver sufrir a un grupo que no se siente afín puede resultar en una sensación de satisfacción.

  2. Por rivalidad: Aquí la cosa va más sobre comparaciones. Cuando nos medimos con otros, el sufrimiento de otra persona puede elevárselo a uno mismo. Es lo que los psicólogos llaman comparación social descendente.

  3. Por justicia: Esta forma se presenta cuando creemos que alguien “recibió lo que merecía”. Por ejemplo, si una persona cometió un crimen y luego enfrenta las consecuencias, puede provocar esa sensación de justicia que, de alguna manera, nos reconforta.

Para algunos, experimentar Schadenfreude puede actuar como un mecanismo de defensa psicológico, ayudando a lidiar con aquellos sentimientos negativos que nos afectan. Sin embargo, hay que tener cuidado; abusar de este sentimiento puede generar una falta de empatía que perjudique nuestras relaciones.

La importancia de la moderación

La clave es encontrar un equilibrio. Reflexionar sobre por qué sentimos esta alegría ante el sufrimiento ajeno puede ayudarnos a entender mejor nuestras emociones. En definitiva, reconocer y conectar con lo que sentimos puede ser un paso importante para manejar nuestras reacciones de manera más positiva.

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