Uno de cada cuatro adultos sufrirá un ACV en su vida

El accidente cerebrovascular, conocido como ACV, se presenta como una urgencia médica que necesita atención rápida. No solo es una de las principales causas de muerte en el mundo, sino que también genera discapacidades significativas. Se estima que aproximadamente 12 millones de nuevos ACVs ocurren cada año, y superan los 7 millones las personas que mueren a causa de esta condición. En Argentina, la estadística es alarmante: cada cuatro minutos, alguien sufre un ACV.

¿Qué es el ACV?

El ACV sucede cuando una parte del cerebro no recibe sangre ni oxígeno, lo cual puede ocasionar daños severos. Hay dos tipos principales: el isquémico, que representa el 65% de los casos y es causado por un bloqueo en las arterias, y el hemorrágico, que ocurre cuando un vaso sanguíneo se rompe. Este último incluye hemorragias intracerebrales y subaracnoideas y, aunque son menos frecuentes, tienden a ser más peligrosas.

Las cifras en Argentina

En nuestro país, unas 120 mil personas sufren un ACV cada año y alrededor de 40 mil mueren debido a esta causa. Esto lo convierte en una de las principales fuentes de discapacidad para los adultos. Es un tema que merece la atención de todos, ya que afecta a muchas familias.

Prevención y hábitos saludables

Los factores de riesgo son bastante conocidos y, en su mayoría, evitables. La hipertensión arterial descontrolada es el principal enemigo. Además, fumar, ser diabético, tener colesterol alto, obesidad y llevar un estilo de vida sedentario, entre otros, incrementan las probabilidades de sufrir un ACV. Pero no todo está perdido. Adopciones simples, como controlar la presión, dejar el tabaco, hacer actividad física y seguir una alimentación rica en frutas y verduras, pueden hacer una gran diferencia.

Detección y tratamiento

Aquí es donde cada minuto cuenta. Si sientes debilidad en un lado de la cara, brazo o pierna, si tienes dificultad para hablar o entender, o si experimentas un dolor de cabeza intenso, no dudes en llamar a emergencias. El tratamiento es más efectivo si se inicia en las primeras 4.5 horas tras el inicio de los síntomas. Por ejemplo, en el ACV isquémico, se puede administrar un tratamiento con trombólisis. En algunos casos, la intervención puede ser incluso realizar una trombectomía mecánica varias horas después.

La importancia del seguimiento

El tratamiento no finaliza con la primera atención médica. El control adecuado de la presión, tomar medidas para prevenir complicaciones, comenzar la rehabilitación lo antes posible y ajustar hábitos es fundamental para evitar un segundo evento y maximizar la recuperación.

Como neurocirujano, observo que en los casos hemorrágicos, a veces es necesaria una intervención quirúrgica para evacuar hematomas o tratar complicaciones.

El mensaje es claro: el ACV es en gran medida prevenible y cuanto más rápido se actúe, mayores son las posibilidades de éxito en el tratamiento. Mantener nuestros hábitos saludables, reconocer los síntomas y actuar en consecuencia puede salvar vidas.

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