Científicos hallan vínculo entre bacterias intestinales y neuronas
La investigación biomédica acaba de dar un paso interesante gracias a un descubrimiento que revela cómo los microorganismos intestinales pueden comunicarse físicamente con las células nerviosas. Este avance promete llevar el desarrollo de terapias destinadas a mejorar la salud humana a un nuevo nivel.
Un grupo de investigadores de la Universidad Complutense de Madrid, junto con colegas de la Universidad de Turín, logró demostrar que las bacterias del intestino pueden establecer un diálogo directo con las neuronas. Hasta ahora, muchos científicos pensaban que la comunicación entre estas bacterias y el cerebro solo se daba de manera indirecta, a través del sistema inmune o la circulación sanguínea. Es decir, se creía que las bacterias no podían “hablar” directamente con las neuronas.
El estudio, publicado en la revista Scientific Reports, ha mostrado que una bacteria viva puede modificar la respuesta de una neurona mediante un contacto físico. Este hallazgo marca un cambio importante en cómo comprendemos la influencia que tienen estos microorganismos en la función cerebral.
Una metodología innovadora
Para lograr este descubrimiento, los investigadores crearon un pequeño órgano neuronal, conocido como “minicerebro”, utilizando neuronas extraídas del encéfalo de una rata. Durante 14 días, controlaron el crecimiento de estas células para que formaran conexiones, simulando las estructuras y funciones de tejidos cerebrales reales.
Utilizando técnicas avanzadas de microscopía y análisis genético, el equipo observó que las bacterias se adhieren firmemente a la superficie de las neuronas, sin invadir su interior. Esto pudo vincularse a procesos biológicos importantes, como la plasticidad neuronal, la inflamación y diversas patologías del sistema nervioso.
Juan Lombardo Hernández, uno de los autores del estudio, destacó la relevancia del hallazgo. Dijo que es fascinante pensar que neuronas y bacterias, a pesar de pertenecer a reinos biológicos distintos, podrían compartir un lenguaje bioeléctrico basado en canales iónicos y potenciales de membrana. Esta idea sugiere un código compartido que posibilita la comunicación molecular entre organismos diferentes, lo cual podría revolucionar la forma en que entendemos y tratamos diversas enfermedades en el futuro.