Tierras raras, fentanilo y soja: el foco del conflicto
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha puesto sobre la mesa tres condiciones importantes antes de reanudar el diálogo con Xi Jinping, el líder chino. Esta semana, ambos países se sentarán a negociar en Malasia, mientras un delicado alto el fuego comercial se acerca a su fecha de vencimiento, marcada para el 10 de noviembre.
Trump dejó claro que no permitirá que China “juegue al juego de las tierras raras”. Esto tiene que ver con la preocupación de Estados Unidos sobre el control que Beijing ejerce sobre ciertos minerales críticos. Además, el mandatario estadounidense exigió que se detenga el envío de fentanilo y que se reanuden las importaciones de soja desde Estados Unidos, temas que son bastante sensibles.
A bordo del Air Force One, Trump subrayó que no está dispuesto a aceptar ciertas maniobras chinas, especialmente después de que Beijing anunciara controles de exportación sobre esos minerales. Esta actitud ya ha llevado a Trump a considerar imponer un arancel del 100% a los productos chinos si la situación no mejora.
Expectativas para las nuevas conversaciones
El secretario del Tesoro, Scott Bessent, confirmó que las conversaciones en Malasia se realizarán esta semana, tras una reunión virtual entre ambos países que, según medios chinos, fue “constructiva”. Sin embargo, la política sigue tensa. Hace poco, Trump había amenazado con cancelar su primer encuentro cara a cara con Xi Jinping desde su regreso a la Casa Blanca.
La tregua entre Estados Unidos y China está por expirar el 10 de noviembre, y sin acuerdos concretos, el peligro de reavivar la guerra comercial es alto. Últimamente, Washington ha ampliado las restricciones tecnológicas y está considerando nuevos impuestos sobre barcos chinos que lleguen a sus puertos. Por su parte, Beijing ha respondido con controles más estrictos sobre recursos críticos.
Problemas que complican la relación
Trump también ha responsabilizado a China por el aumento del fentanilo, un potente opioide que ha contribuido a la crisis de adicciones en Estados Unidos. Además, reiteró su pedido para que Beijing vuelva a comprar soja estadounidense, lo cual afecta a muchos agricultores locales que están sintiendo la falta de mercado.
La situación es más delicada porque las importaciones de soja a China han caído a cero este año, después de haber alcanzado los u$s12.600 millones el año pasado. Esto es un golpe duro para los agricultores, quienes están enfrentando bajos precios y falta de espacio para almacenar sus cosechas.
Por otro lado, aunque el fentanilo podría ser un punto de colaboración en el futuro, sigue siendo una fuente de fricción. A principios de año, Trump impuso un arancel del 20% sobre todos los productos chinos, mientras que China endureció los controles sobre algunas sustancias químicas, defendiendo que el problema debe resolverse dentro de Estados Unidos.
A medida que se acercan las negociaciones en Malasia, se siente la tensión en el aire. ¿Cómo afectará esto a la relación entre estas dos potencias? Solo el tiempo lo dirá, pero lo que es seguro es que están en un momento crucial.