La campaña triguera 2025 se presenta como una oportunidad crucial para revitalizar tecnologías que habían sido relegadas o que se encontraban en fase de evaluación. Con condiciones climáticas más favorables desde 2021, la intención de siembra se mantiene firme a pesar de las fluctuaciones económicas. Se proyecta una producción nacional de 20.7 millones de toneladas, con rendimientos promedios que superan los 30 quintales por hectárea, lo que sugiere un panorama alentador para el sector agrícola.
Lo más relevante no radica únicamente en el volumen de producción, sino también en las técnicas utilizadas para cultivar el trigo. La sostenibilidad y la eficiencia están transformando la base técnica de los cultivos. Los insumos biológicos, que antes ocupaban un rol secundario, están ganando protagonismo. Los productores, cada vez más cautelosos con sus inversiones, ahora preguntan no solo qué aplicar, sino también el porqué y el para qué. Sin datos concretos que respalden las decisiones, la tecnología tiende a ser desechada.
Avances en el Uso de Biológicos en el Cultivo de Trigo
La Red de Biológicos de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid) ha decidido enfocarse en proporcionar información precisa sobre el rendimiento de los biológicos en trigo bajo condiciones reales de campo. Los resultados obtenidos son prometedores y sugieren un cambio significativo en cómo se evaluarán y aplicarán estas tecnologías en el futuro.
En Arroyo Venado, los tratamientos con PGPR (rizobacterias promotoras del crecimiento) aplicados a la semilla han logrado incrementos en el rendimiento de hasta un 10%. En Bahía Blanca, las aplicaciones foliares de biocontroladores han mostrado aumentos de hasta el 8.2%. Los ensayos se realizaron respetando las prácticas habituales de manejo de los productores, lo que asegura que los resultados sean representativos del contexto productivo argentino.
Reflexiones sobre la Aplicación de Biológicos
Wenceslao Tejerina, un referente técnico de la Red, enfatiza que no existe una solución única. Los bioestimulantes deben ser considerados herramientas específicas para problemas concretos, ya sea para mejorar el desarrollo radicular, anticipar estrés climático o reducir la fertilización química. Sin un diagnóstico técnico adecuado, su uso puede resultar ineficiente.
Además, la forma de aplicación es tan crucial como la elección de los productos. Factores como la logística, las condiciones ambientales y la compatibilidad con otros insumos pueden influir significativamente en los resultados. Algunos productos requieren cadena de frío, otros no se pueden mezclar en el tanque y, en muchos casos, el momento del día en que se aplican puede afectar su eficacia, explica Tejerina.
Un Mercado en Crecimiento y Nuevas Oportunidades
Matías Lopresto, socio de Biofilm, una empresa argentina de biotecnología, destaca que el productor actual busca comprender el impacto real de lo que aplica. Este interés ha llevado a Biofilm a inaugurar una planta en Lobos con capacidad para producir 10 millones de dosis de biológicos al año. La planta fue diseñada para optimizar formulaciones y busca integrar microgranulados, promotores hormonales y bioestimulantes en una estrategia productiva coherente.
Con un enfoque en trigo, maíz y soja, Biofilm está desarrollando programas que acompañan el ciclo completo del cultivo, buscando no solo la regeneración del suelo, sino también la rentabilidad. Las pruebas de campo en cultivos extensivos e intensivos han mostrado mejoras en rendimiento, calidad y eficiencia en el uso de nutrientes, lo cual es más persuasivo para los productores que cualquier argumento técnico.
Perspectivas a Futuro en el Uso de Biológicos
El mercado de productos biológicos en Argentina alcanzó los 124.2 millones de dólares en 2024, con un crecimiento del 10.9%. Este sector, que representa el 4% del total de fitosanitarios, está en constante evolución. El segmento de tratamientos de semillas, que abarca más de la mitad del mercado, y los bioinsecticidas, cuyo crecimiento interanual superó el 100%, son claros ejemplos de esta tendencia.
Con proyecciones que sugieren que hacia 2047 el mercado global se dividirá equitativamente entre productos químicos y biológicos, la clave será integrar ambas tecnologías sin sacrificar la productividad. Sin embargo, esto requerirá políticas públicas proactivas, capacitación masiva y una regulación moderna que se adapte a las necesidades actuales.
La campaña triguera 2025 no solo se recordará por su potencial de producción, sino también por ser la primera vez que muchos productores aplicarán bioestimulantes con objetivos técnicos claros. Este cambio hacia un enfoque más medido y basado en datos podría transformar no solo la agricultura, sino también la cultura del sector en general. A medida que se pase del probar al medir, los biológicos se integrarán en el sistema, convirtiéndose en una parte esencial del mismo.
