Sobreviví a 7 operaciones y enfrenté la muerte
Nelson Castro compartió, en una reciente charla con Mario Pergolini en “Otro día perdido”, parte de su historia personal, marcada por grandes adversidades. A lo largo de su infancia, pasó muchísimo tiempo en hospitales debido a una grave enfermedad que le dejó importantes cicatrices. “Casi no la cuento porque estuve a punto de morirme”, confesó, mostrando que su vida nunca fue fácil, pero siempre estuvo llena de aprendizaje.
Los desafíos comenzaron desde su nacimiento. A partir de ahí, nace su conexión con el mundo de la salud. Castro mencionó que tuvo que atravesar siete operaciones hasta los 14 años. De esas, recuerda al menos cuatro a partir de los seis años. Las primeras se realizaron cuando era muy pequeño, y aunque son parte de su pasado, el recuerdo de esas experiencias es para él un claro indicador de que la vida lo moldeó de una manera única.
En esta conversación íntima, Castro se mostró diferente, más relajado y cercano, dejando un poco de lado su faceta del comunicador serio. Reconoció que ha vivido con un sentido de inconformismo y gratitud. “Tuve la fortuna de hacer lo que quise en cada momento, y eso lo agradezco todos los días”, comentó, dejando entrever que su vida ha sido una serie de elecciones afortunadas.
La infancia en hospitales
Crecer con tantas limitaciones físicas no fue sencillo. A menudo se encontraba rodeado de médicos y enfermeras, y su familia lo acompañaba en cada internación. Su padre, carpintero, y su madre, ama de casa, siempre apostaron a su recuperación. Esta constante presencia de hospitales lo llevó a explorar su pasión por la medicina. “Para mí, el hospital era un lugar familiar, aunque doloroso. Ahí entendí que quería ser médico”, reveló.
Su carrera en la medicina y el periodismo
Castro se convirtió en neurólogo y trabajó en esa profesión durante catorce años. Aún más, se especializó en Estados Unidos. Sin embargo, durante su adolescencia, descubrió otra pasión: el periodismo. A los 13 años empezó a colaborar en un periódico escolar, lo que lo impulsó a desarrollar una doble vocación que nunca lo abandonó.
A pesar de su éxito en ambos campos, Castro también tuvo sus fracasos. Recordó con humor una anécdota de su infancia: a los 12 años, se probó en un club de fútbol, y el entrenador le dijo: “Lo tuyo es de la línea de cal para afuera”. Se volvió a casa llorando, pero sabía que tenía razón.
El cambio de rumbo
Su decisión de abandonar la medicina no fue fácil. La clave llegó en los años ’90 cuando cubrió el episodio de la carótida de Carlos Menem. En esa ocasión, se cruzaron sus dos mundos: como periodista y como médico. “Hablé con el médico que lo iba a operar, mi exprofesor, y me explicó lo que iba a suceder. Muy pocos lo sabían”, dijo.
Este episodio lo llevó a recibir más consultas médicas, y, en un momento de reflexión, se dio cuenta de que su exposición pública lo “contaminaba”. Así que optó por dedicarse plenamente al periodismo, aunque nunca dejó de considerar su formación médica como parte esencial de su identidad. Su camino ha sido como una montaña rusa, lleno de altibajos, pero con una fuerte conexión a su pasado y a lo que elegirá seguir siendo en el futuro.