¿Quién me grabó? Revelaciones sobre el misterio
Diego Spagnuolo se convirtió en un nombre conocido esta semana tras ser destituido como titular de ANDIS. Todo esto ocurrió justo después de que se hicieran públicos unos audios en los cuales denunciaba actos de corrupción en el gobierno de Javier Milei. Y, como si no fuera suficiente, ante la presión, ofreció dos versiones distintas sobre el origen de esas grabaciones.
La situación se enredó rápidamente dentro del Gobierno, con un choque de poder que terminó complicando aún más el panorama judicial. Patricia Bullrich, figura central en este conflicto, logró salir victoriosa en esta pelea interna, lo que suma más incertidumbre a un Ejecutivo ya tambaleante. El juez Patricio Alejandro Marianello, en medio de todo esto, se encuentra en la mira tras haber tomado decisiones que sólo parecen aumentar el escándalo. Y mientras esto sucedía, el fiscal Carlos Stornelli también estaba poniendo en duda la redacción del documento judicial involucrado.
La primera versión de Spagnuolo apuntaba a Natalia Basil, quien estaba a cargo de los presupuestos en ANDIS. Sorprendentemente, ella fue desplazada a AYSA meses después de ser designada. Se dice que su salida tuvo relación con irregularidades que había detectado, y el rumor de que ciertos financiamientos han quedado en la nebulosa también está en la mesa. Nadie se atreve a preguntar quién pagó la campaña electoral de la segunda vuelta, donde Milei se impuso.
## Cambio de versión
Sin embargo, las cosas no se quedaban en esa primera explicación. A medida que pasaban las horas, Spagnuolo cambió su narrativa, incluso desafiando a los funcionarios que querían entender la situación. “No es como dicen. ¿Quién me grabó? No se los voy a decir”, fue su respuesta. Esta actitud encendió la furia del núcleo más cercano a Milei, que lo tuvo en vilo durante seis horas hasta que finalmente decidió no presentar su renuncia. El caos se apoderó de la escena política, y lo que al principio parecía una discusión sobre la veracidad de los audios ahora es un hecho incuestionable.
El Gobierno ya sabía desde días atrás que los audios estaban en manos del periodismo. Y hay más: se rumorea que existen horas de grabaciones donde Spagnuolo expone una serie de irregularidades que van más allá de la corrupción. “Era el abogado del presidente”, advirtieron quienes presagiaban una crisis de proporciones.
Santiago Viola intentó reclutar abogados tan pronto como el caso llegó a los tribunales, pero sin éxito. Spagnuolo acabó eligiendo a Juan Araoz de Lamadrid e Ignacio Rada Schultze, quienes, según fuentes, no lograron acordar una estrategia cuando el escándalo empezó a salpicar a Karina Milei, la secretaria general del presidente.
A medida que emergían audios que insinuaban que la hermana de Milei también había sido grabada, se convocó a un comité de crisis.
## Desacuerdos en el comité de crisis
Durante la reunión, se planteó, entre otras cosas, la opción de denunciar el posible espionaje como un delito de acción pública, pero sin mencionar nombres. Pero, a medida que avanzaba la discusión, Viola anunció que Fernando Soto había presentado una demanda en el fuero civil para intentar detener la difusión de los audios. La confusión era evidente, sobre todo porque esa no parecía la vía adecuada para abordar un asunto tan delicado.
Las sorpresas no terminaron ahí. Cuando se enteraron de que el caso había recaído en Marianello, conocido por sus problemas con acusaciones de acoso, la incredulidad fue generalizada. Este juez, cuyo futuro ya estaba cuestionado, tomó una decisión que, según muchos, solo añade leña al fuego en un contexto tan frágil.
Con resoluciones de dudosa calidad jurídica, Marianello se arriesgó. Y aunque su decisión de censurar la difusión de los audios podría ser revocada por la Cámara Civil y Comercial, su posición queda aún más precaria.
## Bullrich juntó a sus enemigos
Bullrich, en un giro inesperado, decidió incluir a varios de sus enemigos políticos en un mismo escrito, algo que generó más confusión. Esta estrategia, más de un golpe bajo que de una jugada maestra, enfureció a sus oponentes. Nadie parece saber si hubo un “empleado infiel” detrás de las grabaciones o si esto fue un problema interno que terminó escandalizando a todos.
Al final del día, en el Ejecutivo, las dudas persisten. Las reuniones eran, en principio, de uno a uno, pero el ambiente de desconfianza se ha exacerbado con todos estos sucesos. Mientras tanto, el mercado ya reacciona ante la caída en desgracia de esos actores involucrados en el escándalo.
La trama de espionaje se vuelve cada vez más enrevesada, y la guerra interna dentro del Gobierno sigue alimentando especulaciones. Con cada día que pasa, la situación se vuelve más crítica, mostrando que los problemas internos pueden ser tan peligrosos como cualquier escándalo externo.