Qué es un repo niño y su impacto en pagos del Gobierno

El 9 de enero de 2026, el Tesoro Nacional se enfrentará a un compromiso importante: pagar unos u$s4.300 millones en amortizaciones y cupones de bonos soberanos. Este evento es uno de los grandes desafíos del calendario de deuda de ese año, especialmente en un momento donde el equipo económico busca mantener la solvencia del país sin depender de las reservas del BCRA ni provocar tensiones en el mercado cambiario.

El ministro Luis Caputo se muestra optimista respecto a la capacidad de cumplir con este compromiso, apoyado en fuentes de fondos que ya están aseguradas o en negociaciones avanzadas. Destaca, por ejemplo, la reciente colocación de un nuevo Bonar en dólares que recaudó cerca de u$s1.000 millones a una tasa efectiva del 9,26%, marcando el regreso al mercado de deuda en moneda extranjera después de ocho años.

Además, se suman las compras directas de divisas por parte del Tesoro, que rondan también los u$s1.000 millones, y los ingresos provenientes de la concesión de centrales hidroeléctricas en la región del Comahue, generando ofertas superiores a u$s700 millones.

El “repo niño”: una herramienta clave, flexible y ya probada

Una pieza fundamental en este esquema es el “repo niño”. Se trata de un préstamo respaldado por títulos públicos, que permite acceder a dólares frescos a cambio de bonos soberanos como garantía. Generalmente, la duración de estos préstamos es de corto a mediano plazo, de uno a tres años.

El apodo “niño” resalta su carácter simple y no tan grande en comparación con otras opciones más complejas y de montos más altos. Fuentes del mercado indican que el Gobierno está negociando con bancos internacionales una operación que podría llegar a rondar los u$s1.000 millones. Además, gracias a la baja del riesgo país en ese momento, este monto podría aumentar hasta u$s1.500 millones.

Este mecanismo se ha utilizado exitosamente en 2025. En enero se logró un repo inicial por u$s1.000 millones, ampliado en junio a u$s2.000 millones adicionales, con bancos como Santander, BBVA y JPMorgan. Estas operaciones, garantizadas con títulos como los Bopreales, han fortalecido las reservas sin afectar directamente el mercado cambiario.

Combinando todas estas fuentes —emisión de Bonar, compras del Tesoro, privatizaciones y el repo— el Gobierno se siente en una buena posición para afrontar el vencimiento, eligiendo métodos que mantengan la estabilidad cambiaria y envíen señales al mercado de que todo está bajo control.

Los swaps en la mesa: disponibles, pero con serias dudas

Caputo también mencionó que existen dos líneas de swap como respaldo: una renovada con China, por u$s5.000 millones hasta mediados de 2026, y otra con Estados Unidos de hasta u$s20.000 millones. Sin embargo, según diversas fuentes, la posibilidad de activar estos swaps para este compromiso parece bastante improbable.

El mecanismo con Washington, en particular, enfrenta desafíos institucionales. Carece de la preaprobación del Comité Federal de Mercado Abierto de la Reserva Federal. Esto significa que cualquier uso del swap podría ser rechazado por la Fed. Aunque el swap chino es más sólido, también presenta ciertas limitaciones que dificultan su implementación inmediata en enero.

Riesgo país elevado: por qué el rollover masivo queda descartado

La posibilidad de refinanciar masivamente mediante emisión internacional está lejos de ser una opción viable mientras el riesgo país siga en el entorno de los 600 puntos básicos. Emprender una colocación en estas condiciones implicaría tasas prohibitivas, lo cual no se alinea con la estrategia financiera que se busca.

El Gobierno también espera apoyo del Fondo Monetario Internacional. Se está trabajando en la concesión de un waiver por el incumplimiento en la acumulación de reservas de la revisión de septiembre. Si lograran esta exención, se habilitaría un desembolso de u$s1.050 millones previsto para el 23 de enero, que vendría justo después de este vencimiento clave.

Este respaldo podría ayudar a recomponer reservas y enviar una señal de que hay apoyo multilateral en un momento crítico. En el entorno, el equipo económico está optando por una estrategia pragmática. Se están combinando emisiones locales, repos y recursos propios para superar este vencimiento con tranquilidad.

Las señales son claras: el cumplimiento oportuno de enero podría mostrar una gran solvencia en el mercado, especialmente en un año donde los compromisos totales superan los u$s19.000 millones. En este sentido, el Gobierno confía en que tanto el cumplimiento como el avance en reformas estructurales ayudarán a reducir el riesgo país a la zona de los 400 puntos básicos. También se espera que el reciente anuncio del BCRA sobre un programa de acumulación de reservas a partir de enero de 2026 impacte positivamente, ofreciendo metas que podrían llegar hasta u$s17.000 millones en un escenario favorable.

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