Pobreza y indigencia en caída según la UCA en el tercer trimestre
La pobreza en Argentina ha mostrado un alivio, bajando al 36,6% en el tercer trimestre de este año, respecto al 45,6% del mismo período en 2024. Aunque estos números son alentadores, muchos se preguntan: ¿realmente se sienten las mejoras en el día a día?
La indigencia, que afecta a un 6,8% de la población, también disminuyó, según el último informe del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA). Sin embargo, hay que ser realistas: esta reducción no necesariamente garantiza un aumento en la calidad de vida de las familias argentinas.
Un panorama complejo
La fotografía actual muestra una sociedad que, aunque respira un poco mejor, sigue en medio de un mapa de precariedades. La estructura productiva no está absorbiendo adecuadamente a la población y, para muchos hogares, la recuperación sigue siendo algo inalcanzable.
La UCA menciona que estamos en un proceso de “ajuste y normalización”, pero destaca que el desarrollo real aún no ha llegado. A pesar de que la inflación ha bajado y los precios se han estabilizado, el día a día para millones de argentinos está marcado por ingresos que no alcanzan, trabajos de baja calidad y una inseguridad alimentaria que persiste. La sensación de malestar subjetivo sigue siendo elevada y sin claridad de mejora en el horizonte.
Cambios en la percepción de pobreza
Un tema importante es la forma en que se mide la pobreza. Se toma como referencia el ingreso familiar, pero lo curioso es que las canastas usadas para este cálculo son de hace más de 15 años. Mix de 2003-2004. Esto significa que, si se actualizaran estos parámetros teniendo en cuenta los servicios actuales, probablemente la pobreza no solo habría disminuido menos tras la devaluación de diciembre de 2023, sino que también habríamos visto una reducción más lenta en los trimestres posteriores.
Estrés cotidiano
La UCA lanza un llamado importante: el estrés por la situación económica sigue en niveles muy altos, incluso si ha bajado un poco. Para el 2025, se prevé que un 46,8% de la población sienta este tipo de agobio. En el trabajo, esto se refleja en la dificultad de reajustar salarios reales, lo que lleva a que muchos hogares se encuentren fuera del sistema de seguridad social.
Además, durante las crisis, los estratos más bajos son los que más sufren. Aunque en fases posteriores puede haber mejoras para las clases medias, el estrato más vulnerable a menudo permanece estancado, enfrentando un estrés económico crónico.
Aunque la situación macroeconómica esté más ordenada, la angustia cotidiana persiste, y el camino hacia una movilidad social efectiva y la reducción de la desigualdad se siente largo. Los desafíos son grandes y parece que aún hay un trecho por recorrer antes de que la situación de muchos argentinos mejore realmente.