Plantas paradas, salarios impagos y falta de leche para producir

La crisis de Lácteos Verónica ha tomado un giro preocupante en los últimos días, con la paralización total de sus tres plantas en Santa Fe. Los trabajadores, indignados por nuevos incumplimientos en el pago de salarios, decidieron retomar una retención de tareas. Esta medida se da en un contexto donde ya había falta de materia prima, atrasos salariales crónicos y un deterioro financiero que deja a la histórica empresa sin margen operativo a finales de 2025.

El conflicto se intensificó tras el incumplimiento del cronograma de pagos semanales establecido con la Asociación de Trabajadores de la Industria Lechera de la República Argentina (Atilra). La empresa había acordado depositar $1 millón por empleado cada lunes para saldar las deudas acumuladas, pero desde diciembre los pagos han llegado incompletos y con demoras. Esto llevó a los trabajadores a frenar la actividad en las plantas de Clason, Lehmann y Suardi.

La situación solo se complica más porque la empresa no tiene leche para elaborar sus productos. La planta de Clason, que puede procesar grandes volúmenes, está completamente parada por falta de insumos. Y lo mismo ocurre en Lehmann y Suardi, donde no hay producción propia.

Un pasivo creciente que impacta en toda la cadena

Más allá de las tensiones salariales, esta parálisis destaca una situación financiera muy frágil. Según datos del Banco Central, Lácteos Verónica tiene cheques rechazados por más de $10.900 millones, lo que refleja una crisis de liquidez y desafíos para mantener la cadena de pagos.

Otro factor que agrava el panorama es la gran deuda con los productores tamberos, que se estima en u$s60 millones. Esto incluye entre u$s18 millones y u$s20 millones por leche cruda entregada y aún no pagada. Más de 150 tambos se ven afectados, así como transportistas y proveedores, en un esquema de incumplimientos que lleva meses.

La pérdida de confianza por parte de los productores ha provocado una sangría de materia prima en plena primavera. Muchos tambos han dejado de enviar leche a Lácteos Verónica, redirigiendo su producción a otras usinas. Hasta parte de la leche de establecimientos vinculados a los dueños de la empresa se estaría procesando fuera, lo que ha dejado a Verónica sin insumos esenciales para su negocio principal.

En los últimos meses, la láctea ha logrado estirar su supervivencia mediante contratos de fasón, especialmente en la planta de Lehmann, donde se secó leche para terceros. Sin embargo, este esquema no es rentable y los ingresos apenas cubren parte de los salarios. Este contrato está por vencer el 8 de enero, lo que añade presión en un contexto ya crítico.

Adecoagro, versiones de venta y un horizonte incierto

Mientras la crisis operativa avanza, han surgido rumores sobre una posible venta de activos o de alguna de las plantas. La visita de representantes de Adecoagro a la planta de Clason, junto a uno de los dueños de Verónica, ha reavivado especulaciones sobre un eventual acuerdo productivo o incluso una compra. Hasta ahora, no han habido definiciones concretas.

Adecoagro, que recientemente adquirió Profertil por u$s1.200 millones, parecía destinado a absorber activos de Verónica, pero parece que esas expectativas no se concretarán. Fuentes del sector indican que las diferencias internas en la familia Espiñeira, actual propietaria, están complicando la toma de decisiones y bloqueando cualquier salida viable.

Mientras tanto, los productores se están organizando para realizar reclamos visibles por los pagos adeudados, mientras los trabajadores observan con preocupación cómo se acerca un calendario festivo sin certezas salariales.

Con plantas paradas, escasez de leche, un creciente pasivo financiero y negociaciones estancadas, el futuro de Lácteos Verónica es incierto, y no hay indicios de una pronta mejora.

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