Pesca: Crisis Sin Precedentes y Llamado a la Baja de Retenciones
La industria pesquera en Argentina enfrenta una crisis sin precedentes, con nueve de las diez especies que representan el 93% de la pesca nacional sumergidas en una crisis estructural sin antecedentes, según aseguran los expertos del sector. La reactivación económica parece no alcanzar a la pesca, que atraviesa actualmente la peor crisis de los últimos 40 años, según un estudio de la Fundación Latinoamericana de Sostenibilidad Pesquera (FULASP).
Esta situación crítica se debe a una combinación de factores económicos, políticos y sociales que han erosionado la sostenibilidad y rentabilidad del sector. El proceso de extracción y procesamiento ya es más costoso que las ganancias, advierte la FULASP. Entre los principales problemas se destacan los altos costos tributarios y el aumento del derecho único de exportación, así como los incrementos en los costos logísticos, salariales y previsionales que están llevando a la quiebra a un sector que genera u$s2.000 millones al año y emplea a más de 40,000 trabajadores.

Factores Contribuyentes a la Crisis
Las dificultades locales están enmarcadas en una crisis global, influenciada por el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, y por los efectos de la pandemia de Covid-19 que han generado medidas restrictivas en el mercado asiático. Esto se ha traducido en un significativo descenso de la demanda y una caída en los precios, además de la competencia que genera la acuicultura.
La política cambiaria local también ha afectado gravemente al sector. En 2024, el tipo de cambio oficial aumentó aproximadamente un 27,5%, mientras que el dólar contado con liquidación (CCL) registró una variación anual del 18,5%. En este contexto, el dólar blend, que utilizan las empresas para sus operaciones, mostró una variación promedio ponderada de 25%, quedando 93 puntos por debajo de la inflación interanual, que fue de 118%.
Consecuencias para la Industria Pesquera
Este atraso cambiario ha encarecido los insumos, como combustibles, repuestos y salarios, lo que ha reducido los márgenes de ganancia y explicado gran parte de las pérdidas actuales. Un ejemplo claro es que un barco que en 2018 tenía un 20% de rentabilidad, en 2024 opera con 21% de pérdida por viaje debido a la combinación de precios bajos y costos elevados.
Entre junio y noviembre de 2024, los costos de operar un buque fresquero aumentaron tanto que las pérdidas semanales pasaron de $5 millones a más de $20 millones. Además, los valores de exportación de las principales especies, como la merluza, el calamar y el langostino, también han descendido, reduciendo aún más la rentabilidad. En noviembre de 2024, el kilo de merluza se pagaba $600, frente a $700 en junio, lo que se agrava por la menor demanda global.
Con el 93% de la pesca nacional en crisis, Raúl Cereseto, presidente de FULASP, afirma que los reclamos son claros, pero la Subsecretaría de Recursos Acuáticos no tiene las herramientas para dar soluciones. La falta de diálogo con el Gobierno nacional es otro factor que complica la situación, y se observan flotas paralizadas y cierres de establecimientos de procesamiento.
Para evitar que la crisis escale, Cereseto solicita una mesa de diálogo y consensos, incluyendo la eliminación de derechos de exportación sobre una actividad que no tiene rentabilidad y trabaja a pérdida. Esta situación crítica requiere atención urgente para salvaguardar el futuro de la industria pesquera en Argentina.