Millones por una propina: de la suerte al caos
Ganar millones en la lotería es algo con lo que muchos sueñan. Un pequeño gasto puede traducirse en una fortuna en cuestión de segundos. Sin embargo, la realidad a veces es muy distinta y lo que parece un golpe de suerte se transforma en un verdadero caos.
Un caso emblemático es el de Tonda Dickerson, quien experimentó en carne propia las complicaciones que pueden surgir tras ganar un premio millonario. Aunque la fortuna le sonrió, todo lo que vino a continuación le trajo problemas y dificultades, desde demandas hasta situaciones de peligro.
Tonda se convirtió en millonaria de la noche a la mañana tras recibir un boleto de lotería como propina. Era marzo de 1999 y ella trabajaba como mesera en un Waffle House en Grand Bay. Un cliente habitual, Edward Seward, le regaló un boleto que, días después, resultó ser ganador de 10 millones de dólares. Con solo 28 años, su vida cambió radicalmente.
Lo inesperado llegó cuando sus compañeras de trabajo también comenzaron a reclamar su parte del premio, alegando que existía un pacto verbal para compartir lo ganado. Al final, un jurado decidió que Tonda debía dividir el dinero. Aunque ella apeló y en 2000 la Corte Suprema de Alabama revocó la decisión, esta batalla legal le costó tiempo y energía.
No solo las compañeras la demandaron. Edward, quien le había dado el boleto, también hizo lo propio, reclamando un camión que supuestamente ella le había prometido. Este caso fue desestimado por falta de evidencias. Sin embargo, los problemas legales y la presión emocional comenzaron a hacer mella en su nueva vida.
Tonda optó por recibir su premio de forma anual, 375 mil dólares al año durante 30 años, pensando que era la opción más segura. Pero, muy pronto, se dio cuenta de que mantener su fortuna en soledad sería complicado, y los conflictos legales marcaron solo el inicio de una serie de problemas que estaban por venir.
En 2002, su exmarido, James Howard, con quien se había divorciado antes de ganar la lotería, la secuestró en un estacionamiento de un casino en Mississippi. La llevó a un lugar remoto, la amenazó y le disparó en el pecho. Tonda, armada, respondió disparándole en el hombro y logró escapar. James fue condenado a 20 años de prisión, pero el trauma la dejó marcada y con miedo constante.
A esto se sumó otro dolor de cabeza: en 2003, el IRS la demandó por 771.570 dólares en impuestos no pagados, argumentando que su estructura para recibir los pagos anuales era una trampa para evadir impuestos. Tras perder el juicio, Tonda tuvo que pagar la multa. Para complicar aún más las cosas, su propia hermana la demandó por 2.4 millones, acusándola de regalar acciones de una empresa familiar.
Hoy, a los 54 años, Tonda trabaja como crupier en el Golden Nugget Casino en Biloxi, Mississippi. Su vida se ha estabilizado en cierto modo, recibiendo sus pagos anuales de 375 mil dólares. Sin embargo, esos millones no le trajeron la paz y felicidad que alguna vez imaginó.