Menor asistencia a urnas: caída de casi 20 puntos desde 2021

Desde 1983, la participación electoral en Argentina ha estado por encima del 70%, llegando a picos del 81% en 2011 y 2015, y un 80% en 2019. Sin embargo, en las elecciones de 2021, afectadas por las restricciones del COVID-19, la participación cayó al 71%, el porcentaje más bajo en casi cuatro décadas.

La situación no mejoró en 2025. En las legislativas provinciales, el promedio nacional de asistencia se hundió a 58%. En algunas provincias como Santa Fe, ¡la mitad del electorado decidió no votar! En esa jurisdicción, apenas 46% se acercó a las urnas. La participación más alta se observó en Formosa, con un 65,8%, mientras que en CABA y Chaco, la cifra rondó apenas el 52%.

La situación preocupa a todos los partidos

La baja asistencia a las urnas se ha convertido en un motivo de preocupación tanto para el oficialismo como para la oposición. En la provincia de Buenos Aires, se estima que la participación está cerca del 60%. Este número es crucial para La Libertad Avanza, ya que limita las proyecciones del Gobierno, que depende del voto peronista en el conurbano.

Alcaldes de diferentes distritos han comenzado a hablar sobre cómo la desmovilización ciudadana podría influir en los resultados electorales. Muchos coinciden en que “ya no alcanza con el aparato político” y que las elecciones “se juegan también en la voluntad de los votantes”. Transporte y remises, que antes facilitaban la movilización de militantes, han reducido su actividad. Muchos líderes locales admiten que “no hay clima electoral” en los barrios.

Cuáles son las causas del desinterés electoral

Expertos explican que la baja participación no tiene una única causa, sino que es el resultado de un agotamiento político y social más amplio. Lucas Romero, politólogo, menciona que estamos enfrentando una “recesión democrática”. La gente se siente desconectada de la dirigencia, lo que desincentiva el voto.

El descontento también se relaciona con problemas económicos. Romero apunta que “los argentinos tienen aún más razones para sentirse frustrados” que otros países. Gustavo Córdoba, otro analista, señala que el votante de hoy “ya no es el mismo de hace 40 años”, y que los partidos siguen operando como si el viejo bipartidismo estuviera vigente. Esa frustración que antes se manifestaba en votos en blanco ahora se traduce en abstención.

Carlos Germano interpreta esta caída como un signo de hartazgo hacia toda la clase política. Para muchos, no ir a votar es una forma de expresar que “la política no está a la altura”.

Las propuestas y los candidatos: otro factor de desinterés

Marcos Novaro destaca que las ofertas electorales poco atractivas y la falta de renovación en los líderes también afectan la participación. “El electorado siente que las opciones disponibles no son viables o no tienen figuras de interés”. Además, el desdoblamiento de elecciones, como ocurrió este año en diez provincias, puede hacer que la gente se sienta menos motivada para votar. Si ya hay poco entusiasmo para votar a nivel nacional, menos aún por elecciones locales.

La polarización extrema también repercute. Según Novaro, “el tono del discurso público ha vuelto el ambiente muy agresivo”, haciendo que la participación se vuelva poco atractiva, excepto para quienes tienen fuertes opiniones al respecto.

Los factores institucionales y territoriales le dan crecimiento al ausentismo

María Eugenia Zamarreño, investigadora de CIPPEC, explica que las variaciones en la participación están influenciadas por factores institucionales y sociales. “El tipo de elección, las condiciones locales y el nivel de competencia política afectan directamente la concurrencia”.

Analizando la situación, resalta que el uso de la Boleta Única Electrónica (BUE) en CABA y Salta coincide con niveles de participación más bajos. Aunque aclara que el sistema de votación no lo es todo, puede influir en contextos donde la tecnología no va acompañada de una buena pedagogía electoral.

La baja participación no parece ser un fenómeno pasajero, sino una tendencia consolidada. Desde 2021, los niveles de asistencia siguen descendiendo en cada elección, incluso en las de mayor impacto nacional. Y el desafío principal para los partidos será reconstruir el vínculo con los votantes y revitalizar la participación democrática en un entorno donde la apatía y la desconfianza son palpables.

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