La voz de los argentinos deportados por Donald Trump

En la madrugada del jueves, llegó a Ezeiza un vuelo con los primeros diez argentinos deportados por el gobierno de Donald Trump. Los pasajeros, que estaba en un estado emocional muy delicado, bajaron por la terminal privada del Aeropuerto Internacional de Ezeiza. Allí los esperaban sus familiares, deseosos de reencontrarse después de una experiencia difícil.

Antes de aterrizar en Argentina, el avión hizo una parada en Belo Horizonte, Brasil, para dejar a un grupo de deportados brasileños. Después de casi tres horas y media de vuelo, los argentinos comenzaron a compartir sus vivencias. Algunos de ellos contaron cómo habían afrontado la situación desde su detención hasta la repatriación.

El testimonio de los argentinos deportados

Uno de los jóvenes, Mario Robles, relató su experiencia: “Me agarraron en San Antonio, a diez minutos de llegar a casa”. Robles, que tiene 25 años y es naturalizado mexicano, enfatizó que ninguno de los deportados había cometido delitos y reafirmó: “No somos criminales, no matamos ni violamos. Solo buscábamos el sueño americano”.

Robles también compartió el dolor de estar separado de su familia. “En México están mi esposa y mi hija, que son lo que más amo en este mundo. Ahora quiero estar con ellos, pero es complicado estar lejos”, comentó, evidenciando el impacto emocional que la deportación tuvo en su vida.

Otros relatos de deportación

Maximiliano García, un argentino de 49 años, también ofreció su perspectiva sobre la detención. Describió como una “supuesta orden de deportación” de 2015 lo había llevado a esta situación. A pesar de vivir en Estados Unidos desde 2001 con su familia y tener su permiso de trabajo en regla, nunca había sido notificado de dicha orden.

“Es extraño estar detenido en una situación tan inusual. Esta gestión de Trump es una página negra en la historia de Estados Unidos”, expresó García. Aseguró que fue identificado mientras intentaba hacer un trámite familiar en la oficina de inmigración en Orlando. “Mi hija de 21 años estaba conmigo, y después de hacer el trámite me dijeron que pasara por un costado para unas preguntas adicionales. Y ahí me llevaron”, contó.

García también notó un claro sesgo racial durante el procedimiento, afirmando que “es notable el odio en cuanto al racismo en esta paupérrima gestión”. Comparó su experiencia con la administración anterior y subrayó que con Biden, tener un hijo ciudadano americano pesaba más que cualquier irregularidad previa.

La narrativa de estos argentinos deportados resuena con la de muchas familias que han enfrentado situaciones semejantes. Cuentan con el deseo de reunirse con sus seres queridos y volver a establecerse.

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