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La Revolución Silenciosa: IA en las Aulas Argentinas

La Argentina, ante el desafío de cómo incorporrar y sacar provecho de la IA en el aula para los aprendizajes.
Argentina se enfrenta al desafío de incorporar y aprovechar la inteligencia artificial (IA) en el aula para mejorar los aprendizajes. El programa PaideIA ha marcado un hito al establecer la IA como materia obligatoria en todas las escuelas argentinas, desde nivel inicial hasta secundario. Esta decisión es un claro reconocimiento de lo que ya se está implementando en escuelas de otros países, pero es importante entender que una revolución educativa no se logra solo con decretos. Requiere que todos los actores del ecosistema escolar se sientan acompañados en el proceso de cambio.

Los ejemplos internacionales son alentadores. En Estados Unidos, los estudiantes de Alpha School logran alcanzar sus objetivos en un 30% menos de tiempo. En Australia, se han reportado mejoras del 22% en matemáticas. En Canadá, el compromiso escolar en educación especial ha aumentado en un 25%, mientras que en China, los resultados académicos de estudiantes rurales crecieron un 40%, cerrando la brecha con sus pares urbanos. Todos estos casos comparten un factor común: la implementación de herramientas de IA diseñadas pedagógicamente.

En Argentina, el panorama es diferente. Actualmente, el 54% de los estudiantes de entre 9 y 17 años utiliza IA para estudiar o realizar tareas, y cerca del 70% lo hace sin supervisión adulta. El desafío no radica en el uso de IA, sino en cómo se utiliza. Muchos alumnos tienen acceso a herramientas desreguladas como ChatGPT, que pueden exponerlos a contenidos inapropiados y poner en riesgo su desarrollo cognitivo. Según estudios recientes del MIT, este uso sin contexto puede reducir hasta un 55% la actividad en áreas clave del cerebro, generando una deuda cognitiva que se traduce en menos pensamiento crítico y atención.

Los docentes también están sintiendo el impacto de esta tecnología. Un 73% ya percibe que la IA afecta su labor diaria, y el 82% desea aprender a utilizarla de manera pedagógica. Sin embargo, menos del 20% lo está haciendo activamente. Las capacitaciones específicas y los materiales adecuados son insuficientes, y los docentes enfrentan la incertidumbre sobre cómo implementar la IA sin comprometer el desarrollo cognitivo de sus alumnos.

Los directivos son conscientes de que no pueden permanecer al margen de este cambio, pero también se encuentran perdidos en cuanto a cómo comenzar. Un 61% indica que la falta de tiempo es su principal obstáculo, seguido por la falta de formación en un 45%. Existe una necesidad clara de herramientas confiables, pedagógicas y seguras que se alineen con la identidad de cada escuela.

El avance hacia una educación que integre la IA es positivo, pero es crucial que se escuchen las voces de las escuelas y se entiendan sus desafíos cotidianos. Es fundamental ofrecer soluciones que puedan implementarse en la práctica, apoyando a los educadores en su labor de formar y guiar a los estudiantes hacia el futuro.

Iniciativas como Auroria, de la cual soy cofundadora, buscan colaborar con las escuelas para diseñar herramientas de IA que se adapten a sus realidades y proyectos pedagógicos. Auroria es el primer asistente conversacional de IA creado para abordar los retos que esta tecnología presenta en el ecosistema escolar. Para los estudiantes, ofrece un entorno guiado que evita la deuda cognitiva y estimula el razonamiento a través de un enfoque socrático. Para los docentes, facilita la integración de la IA en su práctica diaria de manera sencilla y segura, y para los directivos, proporciona herramientas de análisis y criterios personalizables que devuelven el control sobre la enseñanza con IA.

No se trata de reemplazar, sino de acompañar. Si logramos que los estudiantes aprendan a usar la IA con criterio, les estaremos brindando más que una habilidad técnica: estaremos fortaleciendo su autonomía y pensamiento crítico, preparando así un futuro más prometedor.

Rafael Cockell

Administrador, con posgrado en Marketing Digital. Aproximadamente 4 años de experiencia en redacción de contenidos para la web.

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