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La Justicia en Argentina: Un Sistema en Crisis

La situación de la justicia en Argentina plantea un escenario alarmante. La frase la Justicia lenta no es justicia resuena con fuerza en un país donde las sentencias firmes a menudo carecen de valor real. El sistema legal parece más una ficción que un mecanismo efectivo para garantizar derechos y responsabilidades. La falta de cumplimiento de las decisiones judiciales se convierte en complicidad, perpetuando un ciclo de impunidad y desconfianza.

En Argentina, el derecho escrito convive con la informalidad, lo que transforma al juez, quien debería ser un bastión del orden, en un espectador impotente. La Justicia dicta, pero no ejecuta; la norma existe, pero no se cumple. Este es el verdadero drama que enfrenta el sistema judicial argentino.

La Justicia lenta no es justicia. Y la Justicia que no se cumple es complicidad. La ficción normativa y el eterno retorno del fracaso. Pexeles

El Quiebre del Sistema Judicial

La pregunta que surge es: ¿dónde se rompe el hilo de la justicia? Cuando el Estado se muestra impotente en el ámbito judicial, se establece un peligroso precedente. Esta nota no está dirigida a aquellos que se conforman con el proceso legal como un mero ritual; está destinada a quienes sufren las consecuencias de un derecho vacío. Desde jubilados que ganan juicios contra ANSES y fallecen antes de ver su recompensa, hasta trabajadores despedidos que jamás reciben la indemnización que les corresponde.

El marco normativo de la Constitución Nacional establece que los jueces deben contar con la fuerza pública para hacer cumplir sus decisiones. Sin embargo, en la práctica, muchas resoluciones quedan en un limbo, sin ser ejecutadas. ¿Cuántos jueces terminan siendo escribanos de la impotencia porque el sistema estatal no responde a sus mandatos? La falta de cumplimiento de las sentencias no solo afecta a las partes involucradas, sino que también erosiona la confianza pública en la justicia.

Una Ficción Jurídica

Las sentencias que no se cumplen se convierten en una ficción jurídica. En un país donde las astreintes, multas por incumplimiento, son solo un adorno, el derecho pierde su esencia. La falta de coordinación entre leyes y reglamentaciones crea un panorama donde la justicia no opera como un sistema, sino como una herramienta de arbitrariedad política.

En Argentina, el legislador produce normas que rara vez se ejecutan y los jueces, atados de manos, se ven obligados a interpretar la ley de manera que a menudo contradice su esencia. Esto no es legalidad; es aleatoriedad. En un contexto donde la justicia se vuelve impredecible, se crea un terreno fértil para la corrupción y el abuso.

La Discrecionalidad Judicial y sus Consecuencias

La discrecionalidad judicial, en un Estado como el argentino, se transforma en arbitrariedad. Jueces que no utilizan la fuerza pública y que esperan que las partes lleguen a un acuerdo, en lugar de imponer la ley, están abdican de su deber. La coherencia entre el nivel normativo y el judicial es esencial para el funcionamiento del sistema, pero cuando los jueces deciden no hacer cumplir la ley, rompen el sistema desde dentro.

Es fundamental recordar que el juez no está allí solo para declamar; su función es traducir la letra de la ley en acciones concretas. En Argentina, esta función se ha perdido, y con ella, la esencia de la justicia.

La Justicia como Herramienta de Orden

El verdadero desafío no es solo la inflación o la inseguridad, sino la falla estructural del sistema judicial como herramienta de orden. En un país donde nadie teme a la ley, el caos se convierte en la norma. Las sentencias no ejecutadas favorecen al criminal, al que tiene poder, y perjudican al ciudadano común, quien depende del Estado para proteger sus derechos.

La Justicia lenta es un ciclo de complicidad y fracaso. La creación de normas se asemeja a la impresión de panfletos, sin estructura ni lógica, y el ciudadano se convierte en un sobreviviente en un sistema que parece haber olvidado su propósito. Queremos un sistema más flexible, pero no uno que se rompa; necesitamos un marco que respete la ley y comprenda la realidad.

Argentina exige una reforma profunda en su sistema judicial, pero no de esas reformas superficiales que cambian nombres sin modificar estructuras. El derecho no debe ser un lujo, sino un componente esencial de la civilización. Las sentencias son el corazón del sistema; si no laten, todo el cuerpo muere.

Es hora de que la ley recupere su fuerza, que el juez actúe como garante y que el derecho funcione como un escudo. Si no, el Estado se convierte en una promesa rota y la justicia en una cruel broma.

Rafael Cockell

Administrador, con posgrado en Marketing Digital. Aproximadamente 4 años de experiencia en redacción de contenidos para la web.

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