La falta de competitividad global nos dejará atrás

Martín Rappallini, quien está al frente de la Unión Industrial Argentina (UIA), resaltó la importancia de la competitividad digital en el contexto actual. Según él, las exigencias en el mercado son enormes y no podemos permitirnos quedarnos atrás. “Nuestro desafío es claro: producir con la mejor calidad y el mejor precio posible“, afirmó con firmeza.

La situación es complicada, pero Rappallini ve en esos desafíos una oportunidad. Durante el 8º Congreso Internacional de Transformación Digital, hizo un llamado a la colaboración entre diferentes sectores. “Es fundamental unir fuerzas entre la política, trabajadores, universidades y la sociedad para construir una industria sostenible”, destacó.

La competitividad de la industria argentina, según Rappallini, ya no se define exclusivamente por lo que ocurre dentro del país. “Estamos en un escenario global, y la competitividad digital se vuelve crucial. Las exigencias son altísimas y no podemos quedarnos atrás”, enfatizó.

En particular, subrayó la relevancia de la tecnología. Para él, es una herramienta esencial que permitirá a las pequeñas y medianas empresas (pymes) aumentar su productividad. “Debemos producir productos de la mejor calidad y al mejor precio, en un mercado que está globalmente más competitivo que nunca“, añadió, resaltando la necesidad de adaptación.

Silvio Zurzolo, que preside ADIBA y es socio gerente de ITPort, compartió su perspectiva sobre el papel de la tecnología en la industria. “La tecnología debe potenciar al ser humano, no reemplazarlo”, explicó. En un tono más directo, sostuvo que iniciar una industria en Argentina requiere “una dosis extra de optimismo” debido a la presión fiscal, la inflación constante y otros desafíos laborales.

La tecnología: eje central del desarrollo

Zurzolo también subrayó que lograr un bienestar social superior depende de que el desarrollo tecnológico no sustituya al humano, sino que lo fortalezca. Puso como ejemplo una pyme textil capaz de transformarse digitalmente al implementar sensores que permiten obtener datos en tiempo real. Esto ayuda a detectar fallos en el hilado y minimiza el desperdicio de materiales.

“La clave está en la integración inteligente y con una visión estratégica”, explicó. No se trata de reemplazar al trabajador, sino de darle mejores herramientas. Zurzolo aboga por construir modelos propios, basados en la energía de nuestra gente y el talento de los trabajadores.

Rappallini también destacó las capacidades locales para lograr esta transformación tan esperada. “Argentina tiene mucho potencial para ser una industria competitiva. Estamos en un fuerte proceso de desarrollo digital en las pymes. Si no logramos ser competitivos a nivel mundial, nos quedaremos atrás”, advirtió.

Por su parte, Guido Trenti, director de SURU, una empresa distribuidora de Epson, acentuó que incorporar un robot en una industria no es meramente añadir una máquina más, sino que implica un cambio completo en la matriz productiva. Según él, los industriales argentinos deben estar listos para dar ese gran paso, adaptándose a los tiempos que corren.

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