Jeff Skilling: de millonario a condenado por fraudes enormes

Jeffrey Skilling es un empresario estadounidense que llegó a ser el CEO de Enron, una de las empresas energéticas más grandes de Estados Unidos durante los años 90 y principios de los 2000. En su momento, se convirtió en uno de los ejecutivos mejor pagados del mundo, ganando cientos de millones de dólares en salarios, bonos y venta de acciones.

Sin embargo, a pesar de esos logros, su nombre es más recordado por la caída de Enron que por su éxito. Este escándalo reveló prácticas contables cuestionables y fraudes masivos que llevaron a la quiebra de la compañía, afectando a miles de empleados e inversores.

Skilling nació el 25 de noviembre de 1953 en Pittsburgh, Pensilvania. Estudió negocios y obtuvo un MBA, antes de trabajar como consultor en McKinsey & Company. En 1990, se unió a Enron y, en un abrir y cerrar de ojos, ascendió rápidamente dentro de la empresa. En febrero de 2001, fue nombrado CEO, pero solo ocupó el cargo seis meses antes de renunciar. Curiosamente, esto ocurrió justo antes de que se descubrieran serias irregularidades en las cuentas de la firma.

Bajo su gestión, Enron utilizó técnicas contables muy agresivas para presentar beneficios futuros como ganancias actuales, lo que distorsionó su verdadero valor en el mercado. Además, Skilling vendió millones de acciones antes de que la crisis financiera saliera a la luz, lo que levantó sospechas de uso de información privilegiada.

Todo llegó a su fin en diciembre de 2001, cuando Enron se declaró en bancarrota, marcando la mayor quiebra corporativa en la historia de EE.UU., dejando a miles de empleados sin trabajo y provocando pérdidas millonarias para los inversores.

El juicio y la condena de un empresario fraudulento

En 2006, Skilling fue formalmente acusado de múltiples delitos federales, incluidos fraude, conspiración, declaraciones falsas a auditores e insider trading, todo relacionado con la caída de Enron. Después de un juicio en Houston, fue declarado culpable de la mayoría de las acusaciones.

Su sentencia inicialmente fue de 24 años y 4 meses de prisión y una multa de 45 millones de dólares. Sin embargo, después de apelaciones y negociaciones, su pena se redujo, y así cumplió 12 años antes de ser liberado en 2019. Su caso se convirtió en un modelo del impacto personal y legal de las malas prácticas empresariales en Estados Unidos.

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