Inundaciones en Buenos Aires afectan la siembra de campaña gruesa

El ciclo agrícola 2025/2026 nos presenta un panorama lleno de contrastes que se intensifica cada semana. De un lado, tenemos rendimientos récord proyectados para el trigo, y por el otro, estamos enfrentando unas de las inundaciones más extensas de los últimos años en Buenos Aires. Esta situación, que preocupa a muchos expertos y productores, ya está afectando la siembra de otros cultivos, anticipando pérdidas millonarias.

Según los últimos informes de las principales bolsas de cereales del país, los cultivos estaban pasando por un ciclo excepcional desde el punto de vista agronómico. Sin embargo, los excesos de agua han transformado esa fortaleza en una seria amenaza estructural que impacta a todos en la cadena agroexportadora: desde los productores hasta los transportistas.

Trigo récord, pero con pérdidas masivas en la zona inundada

Las proyecciones privadas a nivel nacional señalan que la producción de trigo podría alcanzar los 24 millones de toneladas, el mayor volumen de la historia. En la región núcleo, se espera una cosecha de 8 millones de toneladas con un rendimiento promedio de 50,4 quintales por hectárea. Esto demuestra que el cultivo ha alcanzado su máximo potencial en muchas partes del país.

Sin embargo, este rendimiento excepcional no se verá en las áreas afectadas por el agua. Datos de la CARBAP indican que más de 5,8 millones de hectáreas están comprometidas por inundaciones, con distritos como Pehuajó, Lincoln, y Bragado entre los más perjudicados. Las lluvias han dejado caminos rurales casi intransitables, aislando zonas enteras y dificultando el acceso a los lotes de trigo.

Cultivos que estaban a punto de ser cosechados han sufrido daños como espigas volcadas y pérdidas de calidad. Se estima que entre 200.000 y 300.000 hectáreas de trigo podrían quedar sin cosechar, lo que representa una gran merma para la provincia más productiva del país.

Por otro lado, en lugares como Carlos Pellegrini, la situación es muy diferente. Allí, las tareas de siembra y cosecha se están realizando con normalidad, con expectativas de rendimientos de 40 a 50 quintales por hectárea. A solo unos cientos de kilómetros hacia el sur, el clima ha sido ideal para el trigo en algunos otros distritos como Sanford y María Susana, donde se esperan rendimientos de 60 a 65 qq/ha.

Buenos Aires corre riesgo de perder superficie para la gruesa

En cuanto a la campaña gruesa, todavía no hay rendimientos a evaluar, solo buenas expectativas. Sin embargo, la soja, que cubre apenas el 12,9% del área nacional proyectada, está retrasada por la situación crítica en Buenos Aires.

En el norte bonaerense, las máquinas apenas pueden trabajar debido a la falta de piso y caminos cortados. Se prevé que entre 20% y 30% de los lotes queden sin sembrarse en distritos como Rojas y Junín, donde las lluvias han sido bastante persistentes.

En cambio, en la región núcleo, el avance de la soja ya alcanza el 55%, y la siembra se mantiene dentro de la ventana óptima en la mayoría de las áreas productivas. Sin embargo, incluso allí, comienzan a verse señales de alerta: en Río Tala, la soja apenas avanza un 30% por las lluvias continuas.

En cuanto al maíz, el avance a nivel nacional es del 36,6%, con un 76% del cultivo en estado bueno a excelente. Pero, nuevamente, el optimismo es relativo; las áreas inundadas en Buenos Aires podrían perder más de 200.000 hectáreas debido a las condiciones del terreno.

Pérdidas económicas y riesgo estructural

Las pérdidas económicas superan ya los 2.000 millones de dólares, y podrían alcanzar los 3.000 millones si el clima no mejora. La reducción de superficie, los costos de labores previas y los daños en caminos rurales impactan no solo en la producción, sino también en la logística y la provisión de insumos.

El meteorólogo Leonardo De Benedictis anticipa que, entre el jueves y el viernes, se espera un regreso de la inestabilidad climática en el centro y norte del país, con lluvias moderadas. Sin embargo, en las zonas con suelos saturados, esto podría agravar aún más la situación.

El desafío para el agro argentino es doble: parte del país está disfrutando de rendimientos extraordinarios, mientras que otra parte enfrenta pérdidas significativas. Este ciclo podría ser recordado como el año donde la abundancia y la devastación coexistieron, con el agua jugando un papel crucial en el clima productivo del país.

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