El programa necesita un reseteo pese a buen desempeño electoral

Mientras el ministro de Economía, Luis Caputo, defendía la decisión de descontinuar las Letras Fiscales de Liquidez (LEFIs), la directora de EcoGo, Marina Dal Poggetto, destacó que casi todos esos fondos se trasladaron hacia los encajes.

Dal Poggetto explicó que, tras un “desordenado proceso de expansión” por el programa financiero, que incluía una contracción vía encajes y cambios en su cálculo, la Base Monetaria alcanzó los $48 billones, de los cuales $23 billones son encajes. Antes de desarmar las LEFIs, la Base Monetaria estaba en $33,1 billones y los encajes en $9,4 billones. Esto implica que casi todo el retiro de las LEFIs terminó en encajes, una clara indicación de la situación actual.

La semana pasada, Caputo mencionó que la eliminación de las LEFIs era para contrarrestar un “ataque” de la oposición a su programa económico. Según él, las LEFIs, que representaban unos $6 billones que vencían diariamente, podrían haber desestabilizado el tipo de cambio.

Sin embargo, Dal Poggetto argumenta que la decisión de desarmar las LEFIs, anunciada el 9 de junio e implementada el 10 de julio, provocó un nuevo cimbronazo en las tasas de interés en el mercado local. Según su análisis, eliminar estas herramientas de liquidez para los bancos solo añadió inestabilidad a un sistema que ya comenzaba a operar con tasas de interés reales positivas. Esto también llevó a un cambio en la composición de la deuda del Tesoro, resultando en un aumento de las tasas de interés y una concentración de vencimientos que preocupa al equipo económico.

Con el aumento de encajes, que representa un apretón monetario del 8% sobre los depósitos, la liquidez se ausentó del mercado, haciendo que las tasas entre bancos, que promediaban el 30% antes de las modificaciones, se duplicaran en una sola semana, mostrando una enorme volatilidad en el día a día.

Un escenario parecido a 2018

Dal Poggetto comentó que, sin un cepo de facto, la situación económica recuerda más al segundo acuerdo con el FMI de agosto de 2018. En aquel momento, tanto la política fiscal como la monetaria eran muy contractivas, en un contexto donde había una gran fuga de capitales.

Hoy en día, el superávit fiscal primario del 1,6% del PBI contrasta con un déficit del 2,3% del PBI en 2018. La apuesta sigue siendo la misma: depender de la reapertura de la cuenta capital tras los resultados electorales. Aún así, Dal Poggetto subrayó que, para que esta oportunidad sea diferente, el programa económico necesita un reinicio. Es crucial encontrar un equilibrio entre el dólar y las tasas de interés para no perjudicar la actividad económica.

Atacar el déficit fiscal no alcanza

En otro ámbito, Dal Poggetto advierte que abordar la economía argentina exclusivamente desde el déficit fiscal no es suficiente. Señala que, debido al stock de deuda heredada tanto del Banco Central como del Tesoro, la consolidación fiscal por sí sola no garantiza la eliminación de la dominancia fiscal.

Además, señala que la decisión del Gobierno de “limpiar” el balance del Banco Central, trasladando su deuda al Tesoro, no será efectiva si no se reduce el riesgo país. A su vez, el Ministerio de Economía necesita un plan financiero sólido para refinanciar los vencimientos de capital e intereses, algo que resulta fundamental para estabilizar la economía en el corto plazo.

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