El Gobierno limitará importaciones de ropa usada por riesgos sanitarios

El Gobierno argentino ha decidido implementar nuevos controles aduaneros para las importaciones de ropa usada. Este cambio llega tras un incremento notable en la operación de estas importaciones, que se multiplicaron por 40 en los primeros ocho meses de este año, en comparación con todo el año pasado. A través de una comunicación interna de la Aduana, se dio a conocer que se exigirá documentación adicional para estos productos, con el objetivo de restringir el proceso, aunque sin llegar a prohibirlo.

El informe señala que, al momento de registrar las destinaciones aduaneras, será necesario presentar un nuevo documento denominado AUTO-ROPA-USADA. Se argumenta que esta medida es clave para evaluar los posibles impactos de las importaciones sobre el medio ambiente y la salud pública.

Así, se establece una nueva regulación para ciertas posiciones arancelarias que incluyen ropa usada. Esto busca detener el crecimiento descontrolado de estas importaciones, un movimiento que resulta más cómodo para la administración actual, evitando una prohibición que podría generar críticas en términos de política comercial.

¿Por qué esta preocupación? Un informe del Ministerio de Salud destaca que la importación de ropa usada puede presentar riesgos para la salud. Estos riesgos son aún más significativos para poblaciones vulnerables, como bebés, ancianos y personas con sistemas inmunitarios comprometidos.

Los riesgos sanitarios de las importaciones de ropa usada

La iniciativa para endurecer los controles proviene de la Subsecretaría de Comercio Exterior, luego de una advertencia del Ministerio de Salud. Se señala que los efectos de estas importaciones son especialmente graves para los más vulnerables.

Este nuevo requisito se suma al certificado de desinfección que ya se exige, sobre todo porque gran parte de la ropa usada que llega a Argentina proviene de Estados Unidos, donde no se permite incinerarla debido a regulaciones ambientales. Una vez en el país, los distribuidores suelen agrupar esta mercancía en fardos de entre 25 y 50 kilos para su venta.

Los industriales han manifestado su preocupación no solo por los riesgos sanitarios, sino también por el impacto ambiental, como sucede en el desierto de Atacama en Chile, donde se descarta alrededor del 40% de la ropa llegada, ya que no cumple con las condiciones para ser comercializada.

Un sector en crisis

El aumento de estas importaciones se da en medio de una profunda crisis para la industria local. Según datos del INDEC, en octubre pasado las fábricas del sector apenas utilizaron 33% de su capacidad instalada, marcando el niveles más bajo en la industria.

Las empresas del sector hablan de una “Doble Nelson”, resultado de la caída del mercado interno y una apertura comercial acelerada, dificultada por altas cargas impositivas, un régimen laboral poco favorable y aumentos de costos. Un informe de la Fundación Protejer indica que este sector está a la cabeza de la destrucción de empleo, junto con la construcción, con una caída del 12% en los últimos meses y la pérdida de 14.000 puestos de trabajo en el sector textil, confecciones, cuero y calzado.

La situación es compleja y los cambios en las regulaciones aduaneras parecen ser solo el inicio de una serie de medidas necesarias para enfrentar las dificultades actuales.

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