El Gobierno estima déficit externo hasta 2028 y surgen dudas
En un discurso de apenas 15 minutos, el presidente Javier Milei presentó el proyecto del Presupuesto 2026. Este presupuesto promete un superávit fiscal del 1,5% del PBI para el próximo año, un tipo de cambio oficial mayorista que se espera llegue a $1.423 hacia finales de 2026 y una inflación considerando el Índice de Precios al Consumidor (IPC) de 10,1%. Pero entre todas estas proyecciones, hay un dato que inquieta: el Gobierno prevé que el déficit externo de bienes y servicios se mantenga hasta 2028.
Según el Ministerio de Economía, se calcula que el comercio exterior terminará con un déficit de u$s2.447 millones en 2025. Este déficit sería aún mayor en 2026, alcanzando u$s5.751 millones. La situación se suavizaría un poco en 2027, con un déficit de u$s3.707 millones, pero volvería a profundizarse en 2028, con un saldo negativo de u$s6.961 millones.
Un déficit externo de este tipo significa que se están yendo más dólares del país de los que están entrando. Esto plantea serios desafíos: si no hay suficientes divisas, especialmente ante los altos vencimientos de deuda en dólares, el país tendrá que recurrir a sus reservas o buscar financiamiento a través de deudas o inversiones externas. Para ello, es necesario reducir el riesgo país, pero lograrlo con la situación actual parece complicado. Todo esto suena como si estuviéramos caminando hacia un callejón sin salida.
El Presupuesto 2026, ¿plantea escenarios realistas?
La economista Florencia Fiorentin dice que el déficit comercial se proyecta por un aumento más significativo en las importaciones en comparación con las exportaciones. Esto sucede por dos razones: se espera un crecimiento económico y la apreciación del peso. Fiorentin comenta que si hay crecimiento y el peso gana fuerza, el Gobierno podría acumular reservas, aunque advierte que no está claro si eso será suficiente para cubrir el déficit en la balanza de pagos.
Según Fiorentin, la proyección oficial del tipo de cambio parece poco realista. Si se cumple, podría incrementar el riesgo país y la carga de deuda, además de presionar sobre las reservas, ya que tendrían que usarse más para controlar el mercado cambiario. Al preguntarle sobre posibles fuentes alternativas de financiamiento, aseguró que siempre se espera que lleguen inversiones extranjeras productivas. Sin embargo, señala que esto ha sido insuficiente en años recientes, ya que los dólares ingresaron sobre todo por deuda privada y blanqueos.
Fiorentin no descarta que Estados Unidos pueda ofrecer financiamiento directo, aunque sería en montos moderados y con intereses altos. Recuerda que el Gobierno proyecta un escenario más optimista que el actual, y que cualquier falla en estas proyecciones, especialmente la del déficit comercial o la falta de divisas, podría generar efectos encadenados muy peligrosos.
Dólar: salida del cepo, desarme de LEFIs y falta de reservas
Guido Zack, director de Economía de Fundar, señala que para entender la situación actual primero hay que revisar cómo se llegó hasta aquí. Para él, el plan económico sentó bases importantes, como el equilibrio presupuestario y la interrupción del financiamiento monetario al Tesoro. Sin embargo, en abril de este año, el Gobierno implementó un sistema de flotación entre bandas y relajó el cepo cambiario, aunque Zack advierte que esto pudo haberse hecho con un tipo de cambio muy bajo.
“Al principio no se notaron cambios porque vino el acuerdo con el FMI y los u$s12.000 millones, además de que era la temporada de cosecha”, recuerda Zack. Pero cuando terminó la liquidación y con el error de eliminar las LEFIs, el panorama se tornó complicado. El tipo de cambio pasó de estar por debajo del promedio de las bandas a superar dicho promedio, justo después de un revés electoral.
Este escenario ha exacerbado la escasez de dólares, dificultando la acumulación de reservas y generando un déficit en la cuenta corriente estructural. El Gobierno intentó mantener un tipo de cambio bajo para contener la inflación, pero no acumuló reservas durante esos momentos de abundancia. Ahora, el mercado financiero desconfía de la capacidad del Estado argentino para cumplir con sus compromisos, cerrando las puertas a financiamiento y profundizando la crisis.
Zack concluye que esto ha llevado a un estado de reservas precario y a una economía que necesita financiamiento externo, justo cuando ese ingreso resulta casi improbable. En el corto plazo, el desafío será gestionar las reservas en un ambiente electoral, corriendo el riesgo de usar los dólares que quedan para estabilizar el mercado, sin tener una clara estrategia a largo plazo.