El consumo de bebidas con menos azúcar redefine el mercado

El cambio cultural no ocurre de un día para otro. Durante años, el azúcar se convirtió en el protagonista indiscutido de nuestras comidas y bebidas. Pero ahora, las nuevas regulaciones nos llevan a replantearnos esta situación. Los sellos de advertencia, las guías nutricionales y las campañas de salud están ejerciendo presión sobre las empresas para que se adapten. Florencia Canzonieri, que está al frente de la Cámara Argentina de la Industria de Bebidas sin Alcohol (CADIBSA), comenta que “esta tendencia hacia la reducción del azúcar no solo se da en Argentina, sino que se está extendiendo a nivel regional y mundial”.

En el mundo empresarial, las marcas están tomando decisiones inteligentes: por un lado, seguir ofreciendo las opciones tradicionales que ya conocen sus clientes leales, y por el otro, ampliar su línea de bebidas con menos o sin azúcar. Es un verdadero juego de equilibrio, y como señala Vargha, “una estrategia eficiente debe incluir ambas líneas. Así, las marcas pueden adaptarse a lo que busca el consumidor y seguir siendo competitivas en un entorno cada vez más regulado”.

Un contexto sanitario desafiante

Este tema no solo involucra a las empresas, sino que también tiene un trasfondo de salud pública. La Organización Mundial de la Salud (OMS) lanzó una fuerte recomendación sobre el consumo de azúcares. El doctor Brian Cavagnari, médico y especialista en Ciencias Biológicas, explica que “no deberíamos consumir más del 10% de nuestra ingesta calórica diaria en azúcares libres. Para un adulto promedio de 70 kilos y una dieta de 2.000 calorías, eso serían 200 calorías en azúcar”. Y lo alarmante es que casi el 80% de la población argentina está superando ese límite.

Cavagnari aporta un dato aún más preocupante: “Si aplicamos una recomendación más estricta de no superar el 5% de la ingesta calórica diaria, más del 90% de la población se encuentra por encima de ese umbral. En nuestro país, las bebidas azucaradas son una de las principales fuentes de este exceso”.

El azúcar no es inocuo. Aporta 4 kilocalorías por gramo, lo que no hace más que contribuir al aumento de peso y, con ello, a un mayor riesgo de enfermedades crónicas. Problemas como caries, obesidad, diabetes y complicaciones cardiovasculares están en la mira de las autoridades internacionales, que claman por medidas más severas.

Innovación y percepción del consumidor

Las empresas están apostando por reformular sus productos utilizando edulcorantes no calóricos, que ayudan a dar ese sabor dulce sin sumar calorías. Sin embargo, Cavagnari aclara que “los edulcorantes no calóricos, por sí solos, no ayudan a bajar de peso ni a controlar la glucosa. Un beneficio real se logra solo al reemplazar el azúcar. Si un producto lleva edulcorantes, el consumidor se ahorra esas calorías”.

La nutricionista Mónica Katz también refuerza esta idea: “El gusto dulce es algo innato en nosotros. Para quienes no quieren renunciar a eso, los endulzantes no calóricos son una opción segura, aprobada por entidades reguladoras a nivel mundial”. Pero las marcas deben ser astutas y entender que, más allá de la seguridad, la percepción del consumidor es clave. “Hoy, la innovación se enfoca en lo natural y sostenible. Resaltar esas características sin comprometer el sabor puede ser un gran aliciente para las ventas”, señala Vargha.

Regulaciones y costos

La falta de uniformidad en las normativas también puede ser un dolor de cabeza. Cada país tiene sus propias reglas sobre etiquetado y advertencias, lo que obliga a las marcas a rediseñar sus envases para distintos mercados. Vargha hace hincapié en que “la adopción conjunta de nuevas regulaciones, como bloque regional, es fundamental para facilitar la comercialización de productos”.

En términos de costos, la diferencia entre el azúcar convencional y los edulcorantes varía según el tipo y la escala del producto. Si bien algunos edulcorantes pueden ser más caros, el impacto se justifica a la hora de ofrecer bebidas que eviten los sellos negativos o mejoren el perfil nutricional.

Un mercado en expansión

Las proyecciones indican que el mercado de bebidas sin azúcar seguirá en ascenso en la región en los próximos cinco años. La salud es una prioridad y los alimentos funcionales están ganando terreno. En este sentido, las bebidas pueden ser vehículos de nutrientes y aportes a nuestro bienestar, siempre que logren unir sabor y beneficios.

La presión de los inversores también está impulsando este cambio. Los accionistas valoran a las marcas que están al tanto de las regulaciones y de hábitos saludables. La sostenibilidad no solo se presenta como responsabilidad social, sino como una estrategia para expandirse en mercados internacionales.

Consejos para el consumidor

Con toda esta información, es normal que surjan dudas. ¿Siempre conviene elegir bebidas reducidas en azúcar? Los especialistas coinciden en que no hay productos mágicos. La clave está en mantener un patrón alimentario saludable en general. Cavagnari recuerda que “no consumimos ingredientes aislados, sino que tenemos dietas completas. Lo fundamental es que sean variadas y moderadas”.

Katz complementa: “No hay que creer que los edulcorantes no calóricos evitarán la obesidad o la diabetes. Son útiles, pero no reemplazan la necesidad de una alimentación equilibrada y ejercicio”.

La recomendación más sencilla podría ser priorizar el agua como la opción refrescante del día a día, dejar las bebidas azucaradas para ocasiones especiales, y no abusar de los productos light creyendo que por sí mismos garantizan beneficios.

Edulcorantes bajo la lupa

Cavagnari aclara que los edulcorantes no son todos iguales. “Son moléculas distintas, con características de absorción y metabolización diferentes. No hay un mejor o peor edulcorante; lo importante es consumirlos siempre dentro de los límites seguros”.

También destaca un punto crucial: estas bebidas no previenen enfermedades. “No son fármacos, no sirven para tratar patologías. Su única función es dar sabor dulce sin sumar calorías. El verdadero beneficio radica en bajar el azúcar”, explica.

Sin embargo, reconoce que para quienes están acostumbrados al sabor dulce, los edulcorantes pueden ser un buen puente. “En un mundo ideal, deberíamos reducir el consumo de dulces, pero en una sociedad con un nivel tan alto de azúcar, los edulcorantes son un recurso válido para ir disminuyendo el exceso”.

El cambio en el consumo de bebidas es un desafío que implica equilibrar el deseo de sabores agradables con la necesidad de cuidar nuestra salud. Es un trabajo que involucra técnica, regulación y marketing, y la conversación seguirá mientras los consumidores ajustan sus elecciones.

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