El Vaticano ha iniciado un nuevo cónclave este miércoles 7 de mayo, con la misión de elegir al sucesor del papa Francisco. Miles de fieles esperan en la Plaza San Pedro mientras los 133 cardenales participan en la segunda jornada de votación. Se anticipa que este proceso no dure más de tres días, recordando la rápida elección de Jorge Bergoglio en 2013, que se resolvió en apenas dos días.
No obstante, la historia de los cónclaves no siempre ha sido tan expedita. En 1268, se vivió el cónclave más largo de la historia, que se extendió por casi tres años y concluyó en 1271 con la inesperada elección de Gregorio X.
Cómo fue el Cónclave más largo de la historia
Este prolongado proceso se desarrolló en la ciudad italiana de Viterbo y estuvo marcado por episodios insólitos, tensiones políticas y hasta muertes dentro del colegio cardenalicio. De los 20 cardenales que comenzaron la deliberación, solo 17 llegaron vivos al final del cónclave. Uno falleció durante la sede vacante, mientras que otros dos murieron en 1269, ya con la votación en marcha.
El conflicto subyacente tenía raíces ideológicas, con los cardenales divididos entre los partidarios de Francia y el sector italiano, que buscaba evitar la injerencia extranjera en la política del papado. Aunque los franceses tenían la mayoría, no lograban alcanzar los dos tercios necesarios para elegir al nuevo papa, lo que resultó en una parálisis institucional prolongada.
A diferencia de los cónclaves actuales, el de Viterbo no se llevó a cabo bajo un encierro total. Los cardenales votaban esporádicamente, una vez al día, y luego regresaban a sus casas, lo que generó la indignación de las autoridades locales. En 1269, el prefecto Ranieri Gatti y el podestá Alberto de Montebono tomaron medidas drásticas y decidieron secuestrar a los cardenales, encerrándolos en el Palacio Papal hasta que alcanzaran un acuerdo. Sin embargo, este encierro forzado también fracasó.
En medio de la situación estancada, surgieron rumores de que se intentaba acelerar el proceso reduciendo la comida y el agua de los cardenales, e incluso que uno de ellos solicitó que quitaran el techo del edificio para forzarlos a tomar una decisión. Además, los cardenales votaron por Philip Benizi de Damiani, quien al enterarse de su elección, huyó de Viterbo para evitar asumir el cargo, lo que retrasó aún más la definición.
Finalmente, el 1 de septiembre de 1271, tras la intervención de Felipe III de Francia, el colegio cardenalicio aceptó ceder su autoridad a un comité de seis miembros, que decidió marginar a los franceses y optar por una salida inesperada: elegir como papa a Tebaldo Visconti, un italiano que ni siquiera era cardenal en ese momento.
El nuevo pontífice adoptó el nombre de Gregorio X, y fue coronado oficialmente el 27 de marzo de 1272. Esta elección marcó un antes y un después en la historia de la Iglesia, ya que el cónclave de Viterbo es considerado el primer cónclave moderno, sentando las bases para las reglas actuales que aceleran las elecciones papales.
El encierro eterno de Viterbo no solo resolvió una crisis, sino que transformó la forma en que la Iglesia define a su máxima autoridad. Una elección que tardó tres años en resolverse, pero que cambió para siempre las normas del poder espiritual más influyente del mundo.
Expectativa por el Cónclave actual
Cientos de fieles y turistas se han acercado a la Plaza de San Pedro del Vaticano a la espera de la tercera fumata del cónclave. Tras el humo negro que salió de la chimenea de la Capilla Sixtina por la mañana, la atención está centrada en el conducto que podría teñir de blanco el cielo de Roma, anunciando la elección del nuevo papa. Aunque la plaza aún no está completamente llena, el flujo constante de personas anticipa una jornada multitudinaria, con muchos buscando una vista privilegiada de la chimenea que asoma sobre el techo de la Capilla Sixtina.
