Deuda histórica y nuevo reto para la industria láctea

La quiebra de La Suipachense: un golpe duro para la industria láctea

La histórica empresa láctea La Suipachense, famosa por su producción en la cuenca bonaerense, acaba de ser declarada en quiebra por el Juzgado en lo Civil y Comercial de Mercedes. La noticia es un balde de agua fría para sus más de 140 empleados y los tamberos que le proveían, ya que la firma enfrentaba una crisis económica severa, con deudas acumuladas que superan los $8.500 millones y una parálisis total en su actividad desde hace meses.

El tribunal anunció la liquidación completa de Lácteos Conosur S.A., que es la titular de la marca. Se decidió también que el establecimiento en Suipacha debía ser clausurado, los bienes entregados a la sindicatura y se prohibió la salida del país de Jorge Luis Borges León, el presidente de la compañía.

Una caída que se veía venir

La resolución judicial, firmada el 8 de noviembre, pone en evidencia que La Suipachense incumplió acuerdos previos y no tenía generación de ingresos. En su mejor momento, la planta llegaba a procesar 250.000 litros de leche diarios, pero hoy esas cifras son solo un recuerdo lejano. Con más de 1.000 cheques rechazados y salarios impagos, la situación era insostenible.

El Banco Central confirmó que la empresa tiene un historial de deuda millonaria, lo que despertó las alarmas del gremio. ATILRA denunció que muchos de los trabajadores no solo perdieron su empleo, sino que también no cobraron sus sueldos. Los tamberos, que suman alrededor de 180, también suspendieron envíos por falta de pago.

La intervención judicial

El fallo judicial ordena la intervención inmediata, incluyendo la clausura y un inventario de bienes. Esto significa que las autoridades ahora tendrán que entrar al establecimiento, incluso usando fuerza si es necesario, para hacer un inventario y verificar los activos con el fin de cubrir parte de las deudas. La sindicatura jugará un papel clave en este proceso, intentando organizar la liquidación para que, de alguna manera, los acreedores puedan recuperar algo de lo que les deben.

Maralac en el ojo del huracán

Pero La Suipachense no está sola en este triste panorama. Días antes de su quiebra, también se declaró en quiebra ARSA, otro productor lácteo bajo la gestión de Maralac, con pasivos que ascienden a más de $49.000 millones. Ambas empresas habían sido parte de un mismo grupo, que asumió el control tras la caída del Grupo Vicentin en 2016.

En total, La Suipachense y ARSA suman más de 1.500 cheques rechazados, lo que las convierte en un ejemplo del colapso financiero en la industria láctea. Con el cierre de estas plantas, el grupo Maralac se desvincula prácticamente del negocio en Argentina, dejando a más de 600 trabajadores sin empleo y afectando toda una comunidad que dependía de estas empresas para su sustento.

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