caída del consumo doméstico y exportaciones se agrava
De todos modos, julio dejó cifras preocupantes para la industria del vino en el mercado argentino. Las ventas alcanzaron 658.677 hectolitros, lo que significa una caída del 13% en comparación con el año anterior. La pérdida de poder adquisitivo de los hogares, la inflación sostenida y el aumento de precios de productos básicos están afectando las preferencias de los consumidores. Cada vez más, optan por opciones más económicas o simplemente reducen el gasto en bebidas alcohólicas.
El consumo per cápita mensual se sitúa en 1,39 litros, reflejando una tendencia que ya lleva varios años: el vino está perdiendo su lugar en las mesas argentinas. Para poner esto en perspectiva, en los años 70, el consumo anual superaba 80 litros por persona. Hoy en día, la industria se esfuerza por mantener un promedio anual que no supere los 18 litros.
Los informes muestran un cambio en la composición de las ventas. Los vinos sin mención varietal dominan aún el mercado interno, representando el 66,6% del volumen, aunque han caído un 5,6% entre enero y julio. En cambio, los vinos varietales han crecido un 9,2% en ese mismo período y ya representan casi el 30% del mercado. Esto sugiere que un segmento de consumidores prefiere calidad, aunque consuma menos cantidad.
Este contraste entre la caída en volumen y el crecimiento de los varietales indica que los consumidores más jóvenes y urbanos priorizan experiencias de calidad y buscan consumir de manera ocasional, en lugar de optar por el vino como su bebida diaria. En este sentido, los espumosos, que se asocian a celebraciones, crecieron un 6,2% en julio, y otros tipos de vino, como los dulces, aumentaron un 51,7%, a pesar de que su peso en el total sigue siendo marginal.
Si hablamos de colores, los vinos blancos retrocedieron un 6,5% en julio y un 11,4% acumulado, mientras que los tintos y rosados bajaron un 14,8% el mes pasado, pero lograron crecer un 3,3% en lo que va del año.
Exportaciones en baja y mercados más exigentes
Si el mercado interno muestra un panorama complicado, el externo tampoco se presenta como una solución. En julio de 2025, las exportaciones totales de vino retrocedieron 21,1%, con caídas significativas en segmentos clave.
El vino a granel sufrió una pérdida del 50,4%, un reflejo de la pérdida de competitividad frente a países como Chile, España e Italia, que logran colocar grandes volúmenes a precios más bajos. El vino fraccionado cayó un 11,3% en volumen y un 16,1% en valor, mostrando las dificultades para mantener precios atractivos a nivel internacional. En cuanto al mosto concentrado, un producto que había sido estrella en años pasados, solo retrocedió un 0,4% en julio, aunque creció un 7,2% en el acumulado.
En el caso del vino espumoso, hubo una excepción positiva, creciendo un 37,5% en volumen, aunque sigue representando una fracción muy pequeña del total.
En lo que respecta a los destinos de exportación, Estados Unidos sigue siendo el principal mercado, con 1.500 hl por un valor de 32 millones de dólares, seguido por Reino Unido y Brasil, aunque todos muestran contracciones en sus compras. En el acumulado de enero a julio, las exportaciones de vino han caído un 6,9% en volumen y un 6,2% en valor, confirmando que la industria enfrenta un año complicado en todos los frentes.
Tendencias de envase: la botella resiste, el Tetra Brik gana terreno
Hablando de envases, el informe sobre exportaciones revela que la botella sigue siendo el formato dominante, con el 93,4% del vino fraccionado. Sin embargo, ha caído un 13,3% en volumen. En cambio, el Tetra Brik, que se asocia a segmentos de bajo precio y a mercados más populares, creció un 35%, aunque representa apenas el 6,6% del total exportado.
Por otro lado, el Bag in Box se ha desplomado un 77,5%, lo que indica que no ha logrado consolidarse en la estrategia de exportación argentina. En el mercado interno, la botella sigue simbolizando prestigio y calidad, mientras que los envases alternativos apenas avanzan.
Sin embargo, las nuevas generaciones están cambiando sus hábitos y están en busca de practicidad, lo que podría abrirles un espacio mayor al Tetra Brik y al Bag in Box en los próximos años, según estiman algunos expertos.
Los informes del INV muestran declives mes a mes, acumulando varios años de retracción. Esto indica que la caída del vino en Argentina no puede explicarse solo por el descenso en el consumo de bebidas alcohólicas. Analistas, cámaras del sector y entidades de promoción coinciden en que hay factores estructurales que agravan el problema, como la inflación y la pérdida de poder adquisitivo, que hacen que el vino quede relegado en la canasta de consumo básico.
Además, hay una competencia creciente con cerveza y otras bebidas. La cerveza se ha afianzado como la bebida alcohólica más consumida en el país, con precios relativamente accesibles y una fuerte presencia entre el público joven.
En cuanto al tipo de cambio y costos de exportación, la apreciación del peso en términos reales, junto con la presión impositiva y los altos costos logísticos, están restando competitividad al vino argentino frente a los competidores regionales.
Finalmente, se menciona un cambio cultural: el vino ha dejado de ser un producto cotidiano y ahora se asocia más a ocasiones especiales o a un consumo más gourmet, enmarcado dentro del proceso de premiumización que está viviendo el sector.