Bono para fondos extranjeros: estrategia para adquirir dólares
En un movimiento audaz y pragmático, el Gobierno ha lanzado un nuevo bono en pesos, conocido como BONTE 2030, logrando recaudar u$s1.000 millones de inversores extranjeros. Este instrumento ha sido diseñado para captar divisas sin aumentar el stock de deuda, marcando un cambio significativo en la estrategia cambiaria del país y desafiando promesas anteriores sobre la adquisición de dólares.
La colocación del BONTE 2030 se realiza en un contexto donde el Gobierno intenta navegar por aguas turbulentas en la economía. Con este bono, se busca atraer capital extranjero mientras se evita el incremento de la deuda, lo que refleja una respuesta a la presión de los mercados y la necesidad de acumular reservas.

Detalles del BONTE 2030
El BONTE 2030 presenta una tasa de corte del 29,5% (TNA) y una tasa interna de retorno (TIR) estimada en un atractivo 32%. Este bono, que se suscribe en dólares y tiene vencimiento en 2030, ofrece a los inversores extranjeros la oportunidad de recibir intereses semestrales. La reciente licitación cerró con una demanda que superó las expectativas, alcanzando u$s1.694 millones, lo que refleja un renovado interés por los activos argentinos.
Operaciones financieras y contexto económico
La operación permitió al Tesoro adquirir dólares sin superar el límite de la banda cambiaria, que se establece en $985 pesos. Este esquema, acordado con el Fondo Monetario Internacional (FMI), permite que el tipo de cambio flote entre $1.000 y $1.400, con el Banco Central realizando intervenciones solo en los extremos de la banda. A pesar de esto, el dólar ha permanecido en un rango de $1.130 a $1.170, lo que indica una oferta de divisas más débil de lo anticipado, incluso durante el periodo de mayor liquidación de exportaciones agrícolas.
Estrategia financiera compleja
La colocación del BONTE 2030 no fue simplemente una emisión de deuda. Para ejecutar esta operación sin incrementar el endeudamiento, el Tesoro utilizó una ingeniería financiera compleja que involucró al Banco Central. En abril, el BCRA transfirió $11,7 billones al Tesoro en concepto de utilidades, rompiendo un período de estabilidad en la base monetaria amplia. Estos pesos se utilizaron para pagar vencimientos de deuda en moneda local, lo que permitió emitir el BONTE 2030 sin aumentar el endeudamiento neto.
Esta maniobra ha permitido al Gobierno eludir su compromiso inicial de no comprar dólares por encima del piso de la banda, manteniendo la intención de anclar las expectativas cambiarias y minimizar el impacto inflacionario de la emisión de pesos. No obstante, esta estrategia implica una expansión monetaria indirecta, lo que puede complicar el control de la inflación.
Implicaciones para el futuro
La operación del BONTE 2030 ilustra las tensiones del esquema cambiario actual. El Gobierno, que llegó al poder con un compromiso de austeridad fiscal y déficit cero, se enfrenta a la necesidad de acumular reservas mientras controla la inflación. Aunque la colocación del BONTE ha sido exitosa en términos de captación de divisas, no resuelve la contradicción entre la necesidad de financiamiento y el control inflacionario.
Para los inversores, el BONTE 2030 representa una opción atractiva, pero el riesgo cambiario y político sigue siendo elevado. La opción de rescate anticipado en 2027 podría mitigar parte de este riesgo, pero la incertidumbre sobre la economía argentina mantiene a los mercados en alerta. Aunque esta operación es positiva al incrementar las reservas, el costo financiero y la emisión de pesos son preocupaciones constantes.
Un equilibrio delicado
La colocación del BONTE 2030 es un ejemplo de la creatividad financiera del Gobierno argentino en un entorno económico restrictivo. Al captar dólares sin llegar al piso de la banda, el Tesoro y el BCRA han demostrado flexibilidad, pero esto viene con un alto costo y podría complicar el control de la inflación. A medida que el Gobierno busca reconstruir la confianza de los mercados y acumular reservas, debe mantener la estabilidad cambiaria y la disciplina fiscal, pilares esenciales para la recuperación económica.
La situación actual presenta desafíos significativos, pero también oportunidades para aquellos que estén dispuestos a navegar en este complejo entorno financiero.