Apertura provoca disrupciones, pero empresas están listas para competir
Yo me acuerdo que, en el primer trimestre, el mercado anticipaba que a finales del segundo trimestre el gobierno ya debería estar “rolloveando” deuda en el mercado. Sin embargo, algunas cosas cambiaron, especialmente por el contexto internacional que se desordenó algo con políticas de Donald Trump, y así se postergó esta situación. En el tercer trimestre y parte del cuarto, sucedió un shock transitorio de expectativas negativas muy fuerte, lo que impactó en un descenso de la actividad económica.
Aunque no se cuestionó la dirección del programa económico ni su solidez, este shock negativo, que vino por varias razones (como algunos errores del Gobierno y las elecciones de septiembre), llevó a una exagerada dolarización. Casi la mitad del M2 —que incluye el efectivo, cuentas corrientes y depósitos a corto plazo— estaba dolarizada, afectando, por tanto, el nivel de actividad.
Tras el proceso electoral, empezamos a notar que la actividad se fue relajando. La demanda monetaria comenzó a moverse nuevamente, y algunos indicadores de actividad que antes estaban estancados comenzaron a recuperarse. No obstante, solo los sectores que crecen por inversión y exportación mantuvieron un rumbo positivo.
Es importante evaluar el programa oficial en el contexto de esta transición económica. Este año, el Gobierno ha ido definiendo el esquema cambiario y monetario, aunque aún quedan algunos aspectos por definir. A medida que avancemos, para el primer trimestre de 2026, es probable que logremos un nivel de estabilización que permita al mercado de deuda funcionar de manera más fluida.
“Si este no hubiese sido un año electoral, la inflación hubiera sido menor”
Se conoció que la inflación de noviembre fue de 2,5%, un poco más alta que la de octubre. Con la actividad económica estancada y el ajuste en las cuentas fiscales, ¿no debería haber sido más baja?
Dante Sica responde que estamos en un proceso de transición y que venimos de una economía muy desanclada, sobre todo con déficits en los ámbitos fiscal y monetario. Además, hay sectores donde aún se están corrigiendo precios relativos, especialmente en servicios.
Si este no hubiese sido un año electoral, quizás la inflación hubiera sido algo menor. Hoy, observando los precios relativos, se encuentra un nivel más cercano a la realidad de costos. Los precios estacionales, sobre todo en turismo y carne, también contribuyen a esta dinámica.
¿Qué pasa si la actividad comienza a despegar?
Cuando se habla de una posible recuperación de la actividad tras los ajustes monetarios a mediados de año, la pregunta surge: ¿esto podría traducirse en más inflación?
Sica tranquiliza al decir que no necesariamente. Estiman que el cierre de este año estará por encima del 4,5% en inflación, dependiendo del impacto de los últimos dos meses del año. Esto, sin embargo, podría sentar las bases para un crecimiento del 4% en 2026, si se continúan algunas regulaciones y avances en la agenda legislativa.
“Hay que discutir qué se entiende por política industrial”
Consultado sobre cómo ve la configuración del modelo productivo actual, Sica comenta que siempre hay debates sobre qué significa realmente “política industrial.” A lo largo del tiempo, ha habido posturas que van desde seleccionar “ganadores” hasta fomentar economías protegidas con préstamos subsidiados.
Analizando el conjunto del programa de gobierno, se observa que el RIGI, un esquema para grandes inversiones, es un buen ejemplo de política dirigida a la atracción de inversiones. Al mismo tiempo, las PyMEs han experimentado una fuerte desregulación, reduciendo el peso de la burocracia estatal.
Sica, que ha estado tanto del lado del sector privado como del público, señala que gran parte de los problemas de las empresas provienen del propio Estado. Argumenta que una economía estable y con buen comercio exterior mejora la competitividad y planeación.
Los sectores como la construcción y servicios son claves, y las reformas laborales y fiscales son fundamentales para mejorar la productividad y competitividad.
¿Están las PyMEs preparadas para la apertura?
La pregunta que surge es si las PyMEs argentinas están realmente listas para enfrentar este nuevo proceso de desregulación e integración al mundo.
Sica aclara que primero hay que entender qué significa apertura. Hasta ahora, salvo algunos aranceles, el Gobierno no ha modificado la estructura arancelaria. Las negociaciones con Estados Unidos y la Unión Europea son complejas, pero el avance en el comercio exterior se ha acelerado. Esto trajo un aumento en las importaciones de bienes de consumo, pero también muchas partes, piezas e insumos.
Esto ha generado un efecto mixto. Algunas empresas enfrentan más competencia, mientras que otras han mejorado su producción gracias a poder importar bienes que antes les era imposible adquirir.
“Si tu sector cae por mayor competencia o cambios tecnológicos, te orientás a otros negocios”
Algunos se preguntan si esta búsqueda de eficiencia podría dejar ciertos sectores productivos en el camino.
Sica no lo cree. La resiliencia es clave en el ámbito empresarial, y muchas PyMEs llevan generaciones adaptándose a cambios. En Argentina, esas adaptaciones suelen ser más lentas debido a la falta de financiamiento externo.
Por otro lado, al abrir el mercado, los sectores que solían tener más fábricas se ven obligados a reorganizarse. Algunos empleos pueden caer, pero nuevos sectores también pueden crecer. Es aquí donde se requiere una política pública fuerte que fomente el “reskilling” o capacitación de la mano de obra.
En el ámbito textil, la demanda por sostenibilidad se ha intensificado, especialmente entre los jóvenes. Argentina, con su producción de algodón, tiene el potencial de liderar este proceso, pero ha avanzado poco en los últimos años en materia de desarrollo de proveedores.
“La informalidad es un problema de los últimos veinte años”
Un informe del Instituto de Investigación Gino Germani de la UBA indica que el empleo formal es el más bajo en la historia. Esto plantea la preocupación sobre si esta transformación puede profundizar el trabajo precario.
Sica aclara que el problema no es nuevo; es resultado de las últimas dos décadas, donde la calidad del empleo ha ido empeorando. Si bien hay alrededor de 6 millones de asalariados formales, la cantidad de informales ha crecido a 5,5 millones.
El verdadero desafío es cambiar la dinámica de crecimiento para estos segmentos y potenciar los sectores que generan empleo, que suelen ser empresas pequeñas y medianas en servicios y construcción, que son los más afectados por regulaciones.
¿Qué puntos de la reforma laboral son viables?
Al respecto, Sica cree que el paquete de armonización laboral se centra en tres ejes. Primero, la necesidad de mejorar la litigiosidad laboral. Segundo, adaptar regulaciones laborales a nuevas formas de trabajo y contextos tecnológicos. Por último, la democratización de los sindicatos para una mayor representatividad.
Un cambio significativo en la legislación laboral se necesita, dado que la última reforma completa fue en 1974.
“Hoy el sindicalismo no tiene la capacidad de movilización que tenía hace 30 años”
Respecto a los cambios que se pueden dar, Sica es consciente de que los sindicatos pueden oponerse y movilizarse, pero cree que su capacidad de freno es limitada. La afiliación sindical está en sus peores niveles, lo que limita su influencia.
Habrá reacciones, como paros o movilizaciones, pero también mucho más consenso en el Congreso para avanzar hacia una modernización necesaria.
Litigios laborales: un dilema
El tema de los juicios laborales es recurrente, y Sica sostiene que hay varios aspectos a considerar. Muchos juicios terminan en arreglos extrajudiciales, lo que complica la visualización de la magnitud del problema. También hay un aumento de costos relacionado con la judicialización.
El futuro de la política cambiaria
En cuanto a la política cambiaria, se reconoce que, tras las elecciones, la expectativa sobre el valor del dólar se mantiene dentro de las bandas establecidas. Sin embargo, quedan ajustes importantes por realizar, especialmente en materia de flujos de capital.
El horizonte es un proceso que lleva tiempo, dado el contexto económico que se arrastra desde hace años.
¿Cómo sigue el ingreso al mercado de capitales?
Con la revisión del acuerdo con el Fondo, parece complicado cumplir con la meta de reservas, pero hay señales positivas, como la reciente emisión de un bono en dólares. Este proceso debería permitir un aumento gradual en la acumulación de reservas.
Hasta que se logre un ingreso estable al mercado internacional de capitales, será un camino más lento de lo esperado.
La importancia de la integración mundial
Finalmente, Sica menciona que la política exterior del Gobierno ha ido flexibilizándose. Si bien las relaciones iniciales con Estados Unidos y Israel son clave, también se debe apuntar a alianzas en Asia y África, donde se encuentran nuestros principales compradores.
La demografía impulsa a esas regiones, por lo que Argentina debe buscar un equilibrio en su política comercial, sin perder de vista a los mercados donde se destina nuestra producción.