Molinos sufre por la caída del consumo: pérdida de $37.000 millones

En un año complicado para muchas empresas del rubro alimenticio, Molinos Río de la Plata no se quedó atrás. La firma, parte del grupo Pérez Companc, reportó una pérdida neta de $37.403 millones en los primeros nueve meses del año. Esta situación se debe a la caída de las ventas, la disminución del consumo local y el atraso en los precios, que no han podido seguir el ritmo de la inflación.

Los ingresos de la empresa durante este período sumaron $696.752 millones, lo que representa una baja del 22% en comparación con los $892.800 millones del mismo período de 2024. Esto refleja la caída en los volúmenes vendidos y la lentitud en la actualización de precios. Molinos explicó que la disminución en sus ganancias se incide sobre todo en un descenso del 9,7% en las entregas de productos, vinculado a la retracción del consumo, y también por una reducción de los precios en términos reales.

A esto se le suma que, durante este año, los precios aumentaron solo un 13,8%, mientras que el Índice de Precios al Consumidor creció un 31,8%. Esta diferencia ha reducido los márgenes de ganancia, llevando a la empresa a un resultado desfavorable.

Golpe al resultado y ajuste interno

La situación económica adversa afecta directamente los resultados de la compañía. Molinos sostiene que el deterioro en su rendimiento es consecuencia de la recesión del mercado local y de una presión competitiva creciente. Esto los ha llevado a mantener ciertos volúmenes de productos mientras los precios quedan rezagados. La empresa mencionó: “Frente a este entorno, intensificamos la gestión de costos operativos, buscando eficiencias en todos los procesos”.

El resultado operativo fue negativo, con un saldo de $21.855 millones, en contraste con la ganancia de $3.046 millones registrada el año anterior. La situación financiera también ha sido complicada, con ingresos y costos financieros netos sumando un rojo de $62.340 millones, un aumento significativo respecto a los $10.069 millones de 2024.

El patrimonio total de la empresa se redujo casi a la mitad, pasando de $492.745 millones a $232.909 millones. Esta reducción se debe a las pérdidas acumuladas y al pago de dividendos por $100.000 millones. Los activos también disminuyeron, totalizando $767.515 millones, reflejando una estructura más aligerada.

Consumo retraído y mercado en transición

El impacto de la recesión se hizo evidente en los sectores más críticos. En el rubro de alimentos, las ventas llegaron a 317.733 toneladas, con una caída del 9,4% en comparación con el año pasado. En el sector de vinos, la disminución fue aún más pronunciada, pasando de 2,05 millones de cajas a 1,6 millones, afectadas tanto por la baja demanda interna como por una reducción en las exportaciones.

A pesar de las dificultades, el flujo de efectivo operativo mostró una mejora, cerrando en $6.130 millones positivos. Esto sugiere un manejo más cuidadoso del capital de trabajo. Sin embargo, el entorno sigue siendo complicado. La empresa aseguró que el comportamiento de los consumidores se ha atrasado debido al aumento de las tasas de interés reales, haciendo que haya menos stock de productos en los puntos de venta. El mercado se muestra cauteloso con los ajustes de precios, y aunque la inflación ha dado señales de desaceleración, sigue afectando el poder adquisitivo de las familias.

Entre la recesión y la lenta recomposición

En su análisis de futuro, Molinos admitió que la demanda privada continúa limitada por la falta de liquidez en hogares y empresas. Factores como la dolarización de las carteras de inversión, el aumento de los gastos en servicios y tarifas, y el alto costo financiero han creado un ambiente complicado para el crédito. La empresa considera que cualquier mejora en el poder adquisitivo será gradual y aún no será suficiente para volver a los niveles de consumo previos a la recesión.

La recuperación del empleo y los salarios reales se torna esencial para lograr una recuperación más pareja. Quienes más han sufrido son los grupos vulnerables, como jubilados y pensionados. Con la desinflación, se espera que el salario informal empiece a recuperar parte de su poder de compra, lo que podría dar un leve impulso al consumo.

Molinos, que opera varias plantas y bodegas en el país, es sin duda un indicador del panorama de consumo en la Argentina. Con casi un siglo de historia, se enfrenta a uno de los mayores desafíos desde la pandemia: sobrevivir a la recesión manteniendo su presencia en el mercado, en un contexto donde el precio se ha vuelto crucial en las decisiones de compra cotidianas.

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