Economistas analizan el triunfo de Milei y alertan sobre variables claves

La lectura del mercado sugiere que el 2026 no será tan expansivo como espera el Gobierno, con un consumo que podría estabilizarse o incluso tener una leve caída. Además, se prevé que el empleo formal siga en retroceso. Esto significa que las empresas deberán adaptarse a un escenario donde la eficiencia será crucial.

Esto fue parte de la charla titulada “Economía poselecciones”, organizada por la Cámara Argentina de Comercio (CAC). Ahí participaron el economista Camilo Tiscornia, director de C&T Asociados, junto a Federico Moll, director de EcoLatina, y el economista de la CAC, Matías Bolis Wilson, quien moderó el debate.

El orden fiscal como base política

Para Tiscornia, el momento económico actual se define por haber enfrentado, por primera vez en 15 años, el “problema de la inflación descontrolada” desde su raíz estructural. Mencionó que si hay una razón detrás de esta inflación descontrolada, es la emisión monetaria.

Recordó que detrás de cada periodo de inflación persistente siempre hay un déficit fiscal sostenido. En sus palabras, “la inflación estructural necesita de un factor monetario” para existir. El ajuste que comenzó a finales de 2023 marca un punto de inflexión respecto a pasadas experiencias.

“Hemos visto que Menem intentó resolver el déficit fiscal, pero no logró mantenerlo. Lo mismo pasó con De la Rúa. El actual Presidente que lo ha logrado, ahora cree que hay que mantenerlo en el tiempo, y acaba de ganar las elecciones”, explicó Tiscornia ante el público.

Para el director de C&T, el hecho de que Milei busque transformar el Pacto de Mayo en ley implica un anclaje institucional del equilibrio fiscal, algo que se vuelve “innegociable” y que le dará mayor previsibilidad a la política económica.

Mencionó también que no hay que asociar los límites del crecimiento a una “restricción externa”. En un año donde Argentina podría alcanzar hasta 9.000 millones de dólares en saldo comercial, sostiene que “Argentina no puede tener una restricción externa” como se dice.

El nuevo comportamiento de los hogares

Por otro lado, Federico Moll explicó que el apoyo al Gobierno debe entenderse en el contexto de un “cambio en la toma de decisiones de las familias”. Para 2024, el mecanismo de incentivos en torno a los hogares ha comenzado a cambiar.

A fines de 2023, el 65% de las familias mencionaba la preocupación por la inflación, pero ahora la reducción de precios modifica la estructura de precios relativos. “Hace veinte meses, la inflación de bienes es sistemáticamente más baja que la de servicios”, afirmó el economista. “Estamos abaratando tecnología, autos y electrodomésticos”, destacó.

Este cambio, según Moll, incentiva la compra de bienes y mejora indicadores sociales. “Una canasta alimentaria que a fines de 2023 superaba los 200.000 pesos, hoy está cerca de los 170.000. La velocidad con la que el Gobierno de Milei sacó gente de la pobreza es más rápida que la de Néstor Kirchner, aunque no está sostenida por mejores salarios ni empleos, sino por precios relativos”.

Endeudamiento y ahorro creciendo, pero consumo moderado

Moll también subrayó el papel del crédito como motor coyuntural. Los hogares duplicaron su nivel de endeudamiento con el sistema financiero en el último año y medio, pasando del 3,5% al 7% del PBI.

“A diferencia de países con un PBI per cápita similar, como México, donde el crédito representa el 15%, aquí la capacidad de crecimiento del stock de deuda de los hogares es gigantesca”, prevé el director de EcoLatina.

Durante la charla también resaltó un repunte del ahorro, beneficiado por una inflación más baja y más incentivos para la planificación financiera. La apertura comercial, según él, también fue valorada por quienes votaron al oficialismo en las últimas elecciones. “La importación de bienes está creciendo a un ritmo considerable, aunque no se trata de un boom importador”, precisó.

Sin embargo, advirtió que la recuperación del consumo podría estabilizarse en 2026, aunque también podría mostrar resultados negativos. “Nos dirigimos hacia un consumo estabilizado, sin grandes ventas. Los sectores que mejor se desempeñarán serán aquellos ligados a bienes durables, más que los de consumo masivo”, pronosticó.

Esta situación podría complicarse si en 2026 se consolida una reforma impositiva que grave más los ingresos, afectando el poder de compra, aunque los precios seguirán bajando.

El Talón de Aquiles: el empleo

Con este panorama, Moll destacó la profundización del deterioro del mercado laboral. “La evolución del empleo es tan mala como se esperaba”, admitió, añadiendo que hay destrucción de empleos de calidad y un crecimiento del trabajo informal.

El Gobierno, según él, subordinó todo al control de la inflación, incluso la recomposición de salarios. Aún así, cree que la estrategia es exitosa. “Entre mantener salarios relativamente bajos y combatir la inflación, eligió lo segundo. El resultado electoral demostró que tenía razón”, comentó el economista.

Lo que viene: eficiencia o desaparición

Tomando de ejemplo la crisis económica de Israel en 1984, con una inflación del 444% y alta inestabilidad fiscal, Moll sostiene que la baja de la inflación abre un nuevo escenario para la productividad.

Con la inflación a la baja, los consumidores comienzan a entender mejor el valor de las cosas, toman decisiones más informadas y las empresas ineficientes pueden perder participación de mercado.

Este proceso podría darse “sin una recesión profunda”, pero sí con una depuración en el tejido empresarial. Moll advierte que la reducción de la inflación es un empoderamiento para los consumidores, pero un desafío para las empresas. La búsqueda de eficiencia y productividad será esencial, sobre todo en los sectores menos dinámicos.

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