Gobierno debe negociar nuevo acuerdo con el FMI para el Tesoro

Desde el jueves pasado, el equipo económico argentino liderado por el ministro Luis Caputo se encuentra en Washington. Esta visita no es simplemente un paseo, sino parte de una nueva etapa de negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI). La idea es lograr un respaldo que permita activar un salvataje vital para la economía del país. En este contexto, el presidente tiene programada una visita para el 14 de octubre, lo que añade urgencia a las conversaciones.

La razón detrás de esta intensa actividad en la capital estadounidense es la complejidad de las negociaciones entre el Tesoro de Estados Unidos y el FMI. Se ha vuelto evidente que obtener el visto bueno para un nuevo programa es fundamental para que Argentina reciba el apoyo financiero que necesita.

El enfoque de estos diálogos gira en torno a un paquete de ayuda integral. Este plan se diseñó para darle un respiro a una economía que enfrenta presiones cambiarias y reservas insuficientes.

Uno de los puntos clave en esta discusión es un swap renovado por u$s20.000 millones entre la Reserva Federal de EE. UU. y el Banco Central de la República Argentina. Este acuerdo proporcionaría liquidez inmediata, ayudando a estabilizar el mercado cambiario en un contexto de inflación alta. Pero no funciona solo: su financiamiento dependería de los Derechos Especiales de Giro (DEGs) que el FMI aporta, lo cual requiere la aprobación del directorio del organismo.

Los DEGs representan una reserva de valor, haciendo que la economía argentina pueda respirar un poco mejor. Esto ayudaría a elevar las reservas del BCRA, evitando necesidades de intervención forzada en el mercado.

Intervenciones en el mercado de bonos

Además de esta línea de liquidez, Washington contempla intervenir directamente en el mercado de bonos soberanos argentinos. Esto podría ocurrir a través de compras selectivas por parte del Tesoro o en colaboración con inversores institucionales. Lo interesante es que para que esta acción se lleve a cabo, sólo bastaría con el compromiso de hacerlo. Si el Tesoro de EE. UU. garantiza respaldo, los inversores probablemente confiarían más en la capacidad de Argentina para pagar su deuda.

Esta medida busca reducir el riesgo país y fomentar la demanda externa, aliviando la carga de financiamiento del gobierno en un momento en que enfrenta vencimientos que superan los u$s30.000 millones hasta que finalice el mandato del presidente Milei. Sin embargo, todo esto depende de que se concrete un nuevo acuerdo con el FMI.

Exigencias del FMI y del Tesoro

El FMI, bajo la dirección de Kristalina Georgieva, no solo actuará como intermediario. También exigirá un replanteo de las facilidades que ofrece. Se espera que se enfoquen en objetivos claros y medibles que aseguren la sostenibilidad de la deuda y la estabilidad macroeconómica. Las condiciones incluirían superávits primarios, racionalización del gasto público y reformas estructurales en tributación, comercio y regulación laboral.

La situación se complica aún más al agregar la necesidad de aumentar las reservas en el BCRA, un pedido que el gobierno argentino había decidido ignorar en el programa actual con el FMI. Estas exigencias no son caprichosas; buscan restaurar la confianza en Argentina como prestatario, un país que tiene la mayor deuda pendiente en la historia del FMI.

Sin el consenso del directorio del FMI, tanto el swap como las compras de deuda quedarían en un limbo, exponiendo al país a una nueva volatilidad que podría complicar aún más los esfuerzos de ajuste del gobierno. La visita del presidente el 14 de octubre agrega un matiz político a este proceso. Más allá de las conversaciones con el secretario del Tesoro, el diálogo con Georgieva y su equipo será crucial para afinar detalles y proyectar un compromiso reformista ante agencias calificadoras.

Este respaldo externo, si se logra, podría ser el alivio que el gobierno necesita para mantener su plan de estabilización y navegar las turbulencias políticas sin recurrir a la venta descontrolada de reservas o controles de capital más severos.

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