Una obra teatral revela la relación entre poder y bienes raíces
Arturo Wong Sagel, el autor y director de “Implicados”, tiene claro que el teatro no es solo un espectáculo. “Uno no va al teatro para ver lo que ya sabe, para eso me quedo en casa viendo las noticias. La obra es una invitación a mirar de frente aquello que preferimos no ver”, explica. Wong Sagel, panameño que ha vivido en Madrid, Estados Unidos y un poco en Argentina, presenta su obra hoy a las 20.30 en el Extranjero, después de exitosas presentaciones en Panamá y Colombia.
“Implicados” se basa en un hecho real y cuenta con las actuaciones de Emiliano Díaz, Pablo Pereira y Germán Rodríguez. La obra aborda el tema de la gentrificación y esa conexión a menudo oscura entre el sector inmobiliario y la política. “Es un mecanismo diseñado para acumular capital, incluso a costa de expulsar comunidades. Me pregunto, ¿qué queda cuando la ciudad se convierte en un producto para vender y no en un lugar para vivir?”, reflexiona el autor. Hablamos con él para entender mejor su perspectiva.
El motor de la historia
P: ¿Qué te llamó la atención de este hecho real para escribir sobre ello?
A.W.S.: Lo que me impactó fue un incendio en un centro penitenciario de menores. Las imágenes, los comentarios encontrados y los juicios de los medios me sacudieron. Al investigar más, me hice una pregunta: ¿qué lleva a alguien a disfrutar del sufrimiento ajeno? Esta inquietud fue el punto de partida para entender a esos personajes y sus motivaciones. No era un caso aislado; es algo que sucede en distintos lugares con un patrón de violencia e impunidad. La ficción permitió potenciar esta realidad y experimentar todo desde la escena. La obra invita a cuestionarnos nuestra complicidad en estas dinámicas.
Gentrificación: un fenómeno político
P: ¿Cómo se relacionan el sector inmobiliario y la política?
A.W.S.: No se pueden separar. La gentrificación es un fenómeno político. Viví un año en Madrid y vi cómo un barrio se transformaba por políticas que favorecían la inversión inmobiliaria, muchas veces con complicidad estatal. No eran solo nuevos edificios, sino el desplazamiento de comunidades enteras y la pérdida de tejido social. En Panamá, encontré un panorama similar, impulsado por cambios en la zonificación y decisiones corruptas. Cada proyecto siempre tiene un político buscando beneficios económicos.
Más allá de un simple accidente
P: ¿Qué más podrías decir sobre la gentrificación?
A.W.S.: No es un accidente ni una consecuencia inevitable del progreso. Es un mecanismo diseñado. La alianza entre política e inmobiliarias es la fórmula para acumular capital, incluso a costa de las comunidades. Siempre busco exponer esas tensiones y preguntarme qué queda cuando la ciudad se transforma en un producto a la venta.
La dualidad del adentro y el afuera
P: ¿Cómo contrastas el afuera, donde la gente pide justicia, con el adentro, donde se esconden las miserias?
A.W.S.: El afuera es el motor del conflicto; representa lo invisible, la memoria colectiva y esa sed de justicia que nunca se sacia. En contraste, el adentro es el espacio de lo oculto, donde reina el miedo y la corrupción. Este contraste tiene capas narrativas y escénicas. Cuando el público está en la sala, se convierte en parte de la violencia que cuestiona la obra.
La violencia y la corrupción en lo cotidiano
P: ¿Cómo aborda los temas de corrupción, violencia estatal y los medios?
A.W.S.: Quería explorar la violencia y la corrupción desde lo cotidiano. No se trata de señalar un hecho aislado, sino de mostrar cómo esos engranajes del poder nos atraviesan a todos. En mi experiencia en centros penitenciarios, el crimen a menudo se organiza desde adentro, afectando a toda la sociedad.
Un tributo a Buenos Aires
P: ¿Por qué decidiste traer la obra a Buenos Aires?
A.W.S.: Viví en Buenos Aires durante cuatro años y el teatro porteño se convirtió en una referencia para mí. Me gusta ver teatro de todos los géneros y me encanta cómo en cada escenario se refleja la idiosincrasia del lugar. Buenos Aires es uno de los epicentros teatrales del mundo, y su escena independiente es única; aquí la pasión y el esfuerzo son palpables.
Un público exigente
P: ¿Y qué piensas del público de Buenos Aires?
A.W.S.: Siempre me ha atraído su curiosidad y exigencia. Son generosos y no temen ser interpelados. Mi deseo de compartir con ellos lo que me ha dado como espectador me llevó a dar este paso. La obra resuena con el momento social que estamos atravesando.
El teatro en Latinoamérica
P: ¿Cómo ves el teatro en Latinoamérica hoy?
A.W.S.: Estamos en medio de una crisis global, y la cultura refleja eso. No vemos a Latinoamérica como un territorio aislado; todo lo que pasa en el mundo nos afecta. El teatro es vital para expresar lo que sentimos como sociedad. A pesar de las dificultades, sigue siendo un espacio de resistencia y confrontación. En toda la región hay experiencias teatrales potentes, aunque cada país tiene sus propias referencias. Lo que hace único al teatro latinoamericano es su visceralidad. La verdadera riqueza está en las historias que contamos y en cómo nos reinventamos frente a las limitaciones.