¿Javier Milei debe cambiar su imagen para ganar elecciones?

El deterioro socioeconómico en Argentina ha tomado un rumbo bien diferente al de otros países de Sudamérica. Mientras en la región muchos han logrado disminuir la pobreza en los últimos veinte años, aquí hemos visto un incremento notable. Esta situación ha llevado a muchos argentinos a buscar alternativas extremas, como la que propone Javier Milei.

Desde hace un tiempo, se ha notado un desgaste en la forma de comunicar de la política tradicional. En 2019, Cristina Fernández ya se había dado cuenta de que la gente estaba cansada de discursos excluyentes al optar por un candidato más moderado como Alberto Fernández. Sin embargo, el fracaso de esta administración hizo que el electorado decidiera dar la espalda a las propuestas más tibias durante las últimas elecciones.

Basta

El triunfo de Milei se puede ver como una clara señal de que la sociedad está cansada y quiere un cambio. Optaron por un transgresor que prometió poner fin a una economía caótica y a una creciente marginalidad. Pasamos de ver a empresarios que se benefician a expensas de los trabajadores a una justicia marcada por la corrupción y la incompetencia.

Las encuestas han reflejado que el gobierno de La Libertad Avanza recibió un mandato para erradicar esas injusticias que han llevado a tantos argentinos a la desesperanza. Milei realizó promesas de “ajustes fuertes” para eliminar los “privilegios” de la casta, y la población aceptó esa propuesta, alimentando la esperanza de un futuro mejor.

Al inicio de su gestión, los índices de aprobación se mantuvieron altos, lo que generó un clima optimista.

Decepción

Sin embargo, ese buen inicio no ha durado. Desde febrero, la actividad económica se ha estancado, y los últimos datos de julio indican un retroceso del 1,5% desde el pico. Los salarios han seguido una línea similar, con una caída en el ingreso disponible, acentuada por el ajuste en las tarifas.

Recientemente se reportó que el promedio de aumentos de septiembre fue del 1,6%, un poco por debajo del 1,9% de inflación de agosto. Estas cifras no han acompañado la actitud del gobierno, que parece haberse encerrado en un círculo de autocomplacencia.

El oficialismo ha mostrado una actitud un tanto elitista y exitosa, oscureciendo las críticas que provienen de la ciudadanía. Muchos sienten que la representación ya no está clara y que el gobierno se ha convertido en una “nueva casta”, donde solo unos pocos pueden acceder a puestos importantes.

Esto ha generado desconfianza, especialmente entre aquellos que recuerdan épocas de privilegios políticos. La caída de los ingresos y el aumento de preocupaciones sobre el desempleo han llevado a un sentimiento más pesimista sobre el futuro.

Consensos

Desde Washington, se espera que el gobierno de Milei trabaje en construir consensos. La idea es que los logros en equilibrio fiscal y reducción de inflación se conviertan en sostenibles y que haya una mayoría para llevar a cabo reformas estructurales importantes.

El secretario del Tesoro de EE.UU. ha dejado en claro que hay inversiones pendientes que dependen de resultados electorales favorables para el oficialismo. Esto supone un gran desafío, dado que Milei ha manifestado de manera contundente su desconfianza hacia los políticos tradicionales.

Ser presidente para él no es una forma de vida, sino un trabajo serio. Aunque sostenga firmemente sus ideas libertarias, que algunos consideran utópicas, es consciente de que el panorama actual demanda más que solo gritarlos al viento.

Casta

El desafío que enfrenta Milei no solo radica en lo ideológico, sino también en su gabinete, que incluye figuras con historias del pasado político, algo que él critica ferozmente. A pesar de contar con algunos colaboradores excelentes, como su hermana Karina, la mayoría ha participado activamente en el sistema del que Milei alardearía querer desmarcarse.

Ante la presión internacional, la estrategia oficial parece apuntar a iniciar diálogos políticos y a suavizar el discurso del presidente, quien ha dejado de insultar. Sin embargo, en un reciente evento, aún no pudo reprimir un comentario despectivo hacia un opositor.

Es cierto que Milei tiene una tarea complicada por delante: debe liderar su campaña sin perder lo que lo distingue ante sus seguidores. Sin embargo, ¿podrá este presidente menos combativo seguir siendo creíble para aquellos que sienten que su esperanza se ha ido?

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