Celulosa Argentina se reestructura para esquivar la quiebra
La historia de Celulosa Argentina, la mayor papelera del país, da un giro inesperado: fue vendida por un dólar. Este nuevo capítulo está a cargo de Esteban Antonio Nofal, un financista que tiene en su haber más de una década de experiencia y es hijo del conocido empresario Luis Nofal, cofundador de Torneos y Competencias.
El anuncio, realizado la semana pasada a la Comisión Nacional de Valores (CNV), llegó en un momento crítico. La empresa está en concurso preventivo de acreedores con deudas que alcanzan los 128 millones de dólares y su producción está prácticamente detenida.
Un cambio de control en plena crisis
Nofal adquirió 452,6 millones de acciones clase B de los hasta ahora accionistas Douglas Lee Albrecht, José Urtubey y Juan Collado, asumiendo el control indirecto de las participaciones de Tapebicuá Cayman Limited en la compañía. Con esto, ahora posee el 45,5% del capital social y de los votos, desbancando a Tapebicuá Investment Company como el accionista mayoritario.
El precio de la transacción es sorprendente: un dólar estadounidense, muy por debajo del valor de mercado. En los últimos seis meses, el precio promedio de estas acciones fue de 282,1 pesos por cada 100 acciones. Nofal ya anticipó que pedirá a la CNV que lo exima de usar ese valor de referencia al hacer su oferta pública de adquisición (OPA), argumentando que la situación financiera de la empresa es delicada.
Antecedentes: default, concurso y pedidos de quiebra
Este cambio no es más que la culminación de meses de problemas. En mayo, Celulosa Argentina entró en default, incapaz de enfrentar pagos de cheques y obligaciones. Intendió reestructurar su deuda de 128 millones de dólares, pero no logró el apoyo necesario de sus acreedores. En paralelo, uno de sus proveedores, Tecmaco Integral, solicitó quiebra en julio por impagos.
En agosto, la directiva de la empresa decidió pedir concurso preventivo para ganar algo de tiempo y evitar la quiebra directa. En su informe, se destacó que la continuidad operativa dependía de nuevos socios que aportaran capital. La llegada de Nofal se inscribe dentro de este proceso, aunque su mensaje aún deja interrogantes sobre el futuro.
Plantas paralizadas y balances en rojo
La situación en el sector industrial es crítica. Las plantas de Capitán Bermúdez (Santa Fe) y Zárate (Buenos Aires) están paradas desde finales de julio, con solo tareas de mantenimiento realizadas por un personal reducido. En Corrientes, Forestadora Tapebicuá, parte del grupo, suspendió a más de 500 trabajadores y depende de subsidios provinciales. El balance registrado al 31 de mayo de 2025 mostró pérdidas integrarles de 172.634 millones de pesos, con un desplome de ingresos del 44% interanual y un patrimonio neto negativo, lo que implica una quiebra técnica.
En este contexto, la empresa reconoció que “la situación financiera es totalmente atípica e inesperada” y alertó sobre la imposibilidad de trasladar al consumidor la suba de costos, lo que llevó a márgenes operativos negativos. El comité de auditoría decidió no emitir una opinión debido a la magnitud de las incertidumbres.
Un financista con historial en empresas en crisis
Esteban Nofal no es un extraño en el ámbito empresarial. Su grupo, CIMA Investments, se destacó en enero por adquirir deuda de 447 millones de dólares de la agroexportadora Vicentin, que también atraviesa un concurso. La estrategia parece centrarse en compañías emblemáticas en crisis, buscando reestructurarlas y obtener control en condiciones favorables.
Con Celulosa Argentina bajo su mando, Nofal deberá lanzar una OPA para los accionistas minoritarios. El ojo estará puesto en cómo la CNV responderá a su pedido sobre el precio de referencia. Lo que vendrá será fundamental: reactivar la producción y conservar los puestos de trabajo en un sector que enfrenta desafíos serios, como la apertura de importaciones y la caída del consumo interno.