Deuda Flotante de U$s60.000 Millones: Contexto y Desafíos
La situación económica de Argentina está marcada por una deuda flotante que alcanza los u$s60.000 millones, un desafío considerable que enfrenta el gobierno de Javier Milei. Este pasivo, acumulado a lo largo de los últimos años, es el resultado de tensiones provocadas por las restricciones cambiarias y la escasez de reservas internacionales. Estas condiciones han limitado la capacidad del Banco Central de la República Argentina (BCRA) para hacer frente a estas obligaciones de manera efectiva.
Con la visita de una misión del Fondo Monetario Internacional (FMI), el presidente Milei se encuentra en una encrucijada. La deuda flotante incluye compromisos con importadores y empresas que desean enviar dividendos al exterior, complicando aún más la situación económica del país.

Impacto de las Restricciones Cambiarias
El pasivo acumulado refleja las restricciones cambiarias y la escasez de reservas internacionales, lo que ha limitado la capacidad del BCRA para atender estas obligaciones. Esta deuda, que ha crecido a lo largo del tiempo, es parte de un esquema diseñado para evitar que el mercado de cambios experimente un salto brusco en la cotización del dólar. Al postergar el pago de estas obligaciones, el gobierno busca reducir la necesidad inmediata de comprar divisas, aunque esto agrava la situación a largo plazo.
Según datos recientes, la deuda comercial con importadores alcanzó un máximo de u$s58.800 millones en marzo de 2024, cifra que se redujo a u$s53.648 millones en diciembre de 2024. Sin embargo, esto no incluye aproximadamente u$s7.000 millones en dividendos retenidos, elevando el total a cerca de u$s60.000 millones. Estos datos, respaldados por informes de diversas fuentes, resaltan la magnitud de los pasivos acumulados, generando presión sobre el mercado cambiario.
Estrategias del Gobierno y Resultados
El gobierno ha intentado aliviar esta presión mediante la emisión de Bonos para la Reconstrucción de una Argentina Libre (Bopreal). Sin embargo, los resultados han sido mixtos. La emisión busca cancelar deudas comerciales y dividendos retenidos, con una autorización de emisión de u$s3.000 millones. A pesar de esto, el elevado stock de deuda sugiere que las medidas implementadas no han sido suficientes para abordar el problema estructural.
La estrategia actual se centra en acumular reservas para estabilizar las cuentas externas a través del endeudamiento, en lugar de adquirir divisas en el Mercado Único y Libre de Cambios (MULC). Esta acumulación de pasivos comerciales ha sido vista como una herramienta para contener la demanda de dólares, evitando una devaluación que podría desestabilizar aún más la economía.
Desafíos y Críticas
La gestión de la deuda flotante ha suscitado críticas tanto en el ámbito económico como político. Algunos analistas argumentan que esta acumulación refleja una estrategia para sostener la actividad económica, aunque con consecuencias a largo plazo. La Unión Industrial Argentina (UIA) ha alertado sobre el impacto negativo en las relaciones con proveedores externos, mientras que otros economistas destacan que la deuda comercial ha alcanzado niveles históricos.
La oposición política ha cuestionado la forma en que se presenta la contabilidad oficial, sugiriendo que el gobierno recurre a prácticas creativas para minimizar la percepción de la deuda. Esto plantea serias dudas sobre la transparencia de la gestión financiera y la capacidad del gobierno para enfrentar este desafío en un contexto de restricciones fiscales y cambiarias.
La situación actual requiere una atención cuidadosa y estrategias efectivas para manejar la deuda flotante, ya que su resolución es crucial para la estabilidad económica a largo plazo. Con un mercado cambiario bajo presión y la necesidad de confianza por parte de los inversores, el camino hacia una normalización económica parece complicado, pero necesario.